ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
El próximo 13 de agosto la obra llegará hasta el barrio La Güinera. Foto: José M. Correa

La Revolución y los libros –piensa Camila– le han «cambia’o» a su Ñico, el chulo al que quiere retener mediante la santería, en medio de la vorágine de transformaciones revolucionarias en una nueva sociedad en la que él trata de insertarse, y a la que ella ve como su rival.  

A través de mitología, ritos, danza, idioma yoruba; del choque entre las deformaciones sociales y los cambios desde las capas más humildes de una Cuba que renace; de la mezcla de tradiciones y culturas que conforman nuestra idiosincrasia y el deseo irracional de una mujer de «amarrar» a un hombre, transita la dramaturgia de Santa Camila de La Habana Vieja, que durante los días 26, 27 y 28 de julio repletó la Plaza Vieja del Centro Histórico capitalino, en homenaje al Día de la Rebeldía Nacional.

Esta es una de las primeras obras escritas tras el triunfo de 1959, y representa, precisamente, el enfrentamiento entre las viejas costumbres marginales y los derechos recién estrenados por el pueblo.

Interpretada por Yadira Herrera, la protagonista, una «criolla de ley», hija de Changó, aferrada a sus creencias, al mundo en el que ha vivido, deviene una forma de amalgamar las raíces afrocubanas con el presente de la Isla.

Segura de que, si Ñico (Oscar Ibarra) evoluciona hacia la toma de conciencia social, ella no tendrá espacio en su vida, recurre a la madrina para entender qué sucede en su relación, pues ni «las plantillas de sus zapatos, siete alfileres, un pedazo de su camiseta, paja de maíz, amansaguapos (…)» consiguen reavivar la chispa entre los amantes. 

Siguiendo ese tono elegido por su autor, José Ramón Brene, la puesta en escena llegó esta vez, con matices contemporáneos, al sitio donde se desarrolla originalmente la trama, bajo la dirección del Maestro de las Américas, Humberto Llamas, quien agrupó a integrantes de la Compañía Rita Montaner, de Teatro del Sol y a actores de la radio y la televisión, acompañados del grupo musical Rumba Escape (airoso obba). 

La acertada decisión de llevar la obra al barrio, allí donde caminan, uno al lado del otro, cubanos de distintas cunas, profesiones y costumbres, mostró el poder del arte, su manera de unir al público, de reflejar –bajo la égida de la ficción– la realidad que nos circunda y de hacernos reflexionar.

La última noche de Santa Camila de La Habana Vieja, acompañados por el viceministro de Cultura Fernando Rojas, espectadores de todas las edades acogieron la invitación de Llamas y «rompieron una vez más las barreras del sistema escénico Stanislavski» para felicitar y abrazar a los actores. «Eso es lo que hace el público cuando ama lo que está viendo», aseguró el Premio Nacional de Cultura Comunitaria.

 A Camila y a su Ñico, así como al resto de los personajes de esta obra icónica de nuestro teatro, los podremos disfrutar nuevamente el próximo 13 de agosto, cuando el elenco llegue hasta el barrio de La Güinera, en Arroyo Naranjo, para en un tú a tú sobre el escenario, representar una Cuba que desde hace más de seis décadas se transforma, y en la cual educación, cultura, tradiciones y religión se imbrican para edificar una sociedad mejor.  

COMENTAR
  • Mostrar respeto a los criterios en sus comentarios.

  • No ofender, ni usar frases vulgares y/o palabras obscenas.

  • Nos reservaremos el derecho de moderar aquellos comentarios que no cumplan con las reglas de uso.