La casa donde Joseíto Fernández (5 de septiembre de 1908-11 de octubre de 1979) vivió por más de 50 años es hoy una casa-museo. Si usted camina por la calle Gervasio, en el barrio de Los Sitios, en Centro Habana, puede identificarla por el número 658. En ese lugar nació el Rey de la Melodía, creador de la Guantanamera, una canción conocida en todo el mundo, un símbolo de la cubanía.
Como los ojos, la voz es una ventana. Basta con escuchar a Joseíto Fernández para saber que, si bien no cursó estudios académicos, su talento empírico (imprescindible), esa «bomba» que hace arrancar el motor de la creatividad y la imaginación en su voz, en su proyección escénica, era notable.
Joseíto era un niño humilde, de su casa, de su barrio. Disponía solo de lo mínimo indispensable, como quien tiene poco y con poco vive y piensa, y aprende a apreciar lo poco que tiene.
Salir a repartir la prensa era una tarea cotidiana. Lo era también coser y remendar en la Compañía Nacional de Zapatos. El sustento de su familia dependía de esas tareas diarias. Por otro lado, con las serenatas que hacía con sus amigos, también conseguía reunir algo. Pero cantar significaba más que ganar dinero. Muchísimo más.
El Rey de la Melodía anclaba sus repertorios en lo popular tradicional: bolero, guaracha, son, pregón y guaguancó. En 1928 nació de su autoría la afamada guajira-son Guantanamera, la creación musical cubana más difundida a escala universal.
Julián Orbón, compositor español, adaptó a la obra algunos poemas de los Versos sencillos de Martí. Y fue el cantante de folk estadounidense Pete Seeger quien descubrió esta versión y la popularizó en más de 35 países.
¿Qué es la Guantanamera? Un canto de gallo en la madrugada, un río, una palma, un cielo estrellado visto desde la hierba húmeda de los campos, la pureza, una choza, el color verde, un frutal, cocinar con leña, ordeñar una vaca, una peña de música tradicional los domingos en la tarde, un güiro, un tres, un laúd, una guitarra, un bongó, un trago de ron, un rostro anciano con la mirada detenida y fija, un reclamo de justicia, un guajiro, un cubano en Cuba, un cubano en cualquier parte del mundo.
En la voz de Joseíto se vislumbraba el sabor de la cubanía, un aire seductor, una brisa mansa, y el espíritu del verso martiano, libre, en la escala sencilla de la guajira guantanamera, suelta, que es de todos, una canción de bien.












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Gabriel M. Valdes dijo:
1
9 de octubre de 2021
14:26:22
Senseimanuel dijo:
2
9 de octubre de 2021
20:46:41
Adela caridad Respondió:
11 de octubre de 2021
11:21:00
Marciano Ortiz Matos dijo:
3
14 de octubre de 2021
16:31:03
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