
Activo, imparable, con una proyección artística pródiga, el escultor José Villa Soberón completa este septiembre sus siete décadas de vida. La más reciente muestra de su creación está a la vista de los habaneros en la Alameda de Paula, donde hace apenas unas semanas quedó emplazada la figura en bronce de la médica suiza Enriqueta Favez.
La obra, realizada en colaboración con Gabriel Cisneros, recuerda a una mujer (titulada en la Sorbona de París), la primera en Cuba que ejerció la Medicina. Vestida de hombre e identificada como el doctor Enrique Favez, practicó la profesión desde su arribo a la ciudad de Baracoa en 1819, hasta que, denunciada por su pareja en 1823, fue condenada a prisión. Enriqueta murió en Nueva Orleans en 1856, donde la familia, temerosa del escándalo, la confinó en un convento.
De acuerdo con Villa, una versión de la escultura se hallaba destinada a Baracoa, pero su instalación no prosperó, mientras que en La Habana, exactamente en el entorno del centro histórico, y contando con el aliento del recientemente desaparecido Eusebio Leal, puede ser ya contemplada.
El aporte de Villa a la escultura monumentaria en Cuba ha sido sustancial. Entre las realizaciones más relevantes se encuentran el conjunto de la plaza Mariana Grajales, en Guantánamo; el Che Guevara del Palacio de los Pioneros, en La Habana; el Preso 113 (el adolescente José Martí) de la Fragua Martiana, y el Julio Antonio Mella de la Universidad de las Ciencias Informáticas.
Referencias de culto se han convertido sus imágenes de John Lennon en un parque de El Vedado, la Alicia Alonso que «danza» en la escalinata del Gran Teatro de La Habana, que lleva el nombre de la extraordinaria bailarina, y el Beny Moré que «camina» en el Paseo del Prado cienfueguero.
En el centro histórico de la capital habitan entrañables creaciones del escultor: el Caballero de París, la Madre Teresa de Calcuta, Antonio Gades, el Hemingway del Floridita, Tin Tan...
Hay que reconocer, sin embargo, cómo la obra de Villa se circunscribe al arte figurativo. Incluso en proyectos de matriz conmemorativa, como el Mausoleo a los Mártires del 13 de Marzo, el Homenaje a Camilo en Camagüey, y la propia plaza de Guantánamo, se observa una línea discursiva propia que tiene que ver con la abstracción geométrica.
Tanto en espacios públicos dentro y fuera de Cuba como en formatos reducidos que han nutrido su presencia en exposiciones colectivas y personales, esta última ha sido la marca identitaria de la poética del artista.
Espirales y columnas en el centro de la aventura tridimensional. Así lo ha caracterizado la historiadora del arte María de los Ángeles Pereira: «Columna enriquecida con osados tratamientos de texturas, ya sea en virtud de minuciosas incisiones cinceladas a relieve sobre las superficies de los mármoles, o de aquella suerte de graffiti que niega la opacidad de las planchas metálicas a base de retozos lineales, o por medio del frotado del soporte con barnices coloreados que contradicen la uniformidad de su lisura con efectos cromáticos. Obsérvese, asimismo, la gradual mutación de la columna, la cual se alza sobre el nivel del suelo con cautos perfiles de pirámide para quedar, al cabo, sorpresivamente coronada por algún elemento de contraste».
Laureado con el Premio Nacional de las Artes Plásticas en 2008, por la trayectoria de la vida, José Villa Soberón tiene aún mucho que hacer en el panorama visual cubano contemporáneo.












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