Uno de los discos más importantes en la carrera de Carlos Varela es Como los peces. Forjado a principio los 90s, tuve la dicha generacional de asistir a su concepción y nacimiento, pues como he dicho varias veces uno de los integrantes de aquella banda extraordinaria y maravillosa era mi maestro de armonía por aquellos años, por lo que el embullo de estudiante también matizó mi acercamiento a la obra musical de Carlos.
Grandes músicos como Fernando Favier, José Mestre (mi profesor en la ENA), Elio Villafranca, Dagoberto Pedraja y Arián Suárez fueron los que lograron una sonoridad hasta hoy clásica y casi insuperable en gran parte de la discografía de Carlos con banda, aunque más tarde llegaría otro gran amigo –y esta vez excompañero de aula– a moldear en gran medida el cuidadoso trabajo guitarrístico del Gnomo, el guitarrista Amed Medina, invitado en otros discos posteriores donde sobresale el icónico Nubes.
Pero un tema que siempre me fue interesante resultó ser Hombre de silicona, aún desde mi asistencia a los conciertos de Carlos y su posterior inclusión en Como los peces. El tema aborda un complejo escenario del mundo clandestino y ermitaño asociado a las personas homosexuales, con una narrativa teatral progresiva muy al estilo de su autor, un excelente autor musical con formación dramatúrgica.
La canción nos va sugiriendo y exponiendo el mundo bien descrito de un hombre gay, y sus contradicciones externas dentro de una sociedad que aún rechazaba esa postura sexual pero no como fenómeno puramente nacional, sino dentro de un contexto y lenguaje que bien pudieran escenificarse en otro país aunque, sabemos o suponemos que fue nuestra realidad la que retrata su autor. Alusiones específicas de ídolos y símbolos como Cher, Madonna o Almodóvar fueron extraordinariamente incluidos en la canción, así como otras apropiaciones de códigos y subtextos que dan la medida de la preocupación de Carlos por retratar, respetuosamente, a un segmento de la sociedad que se sentía –y estaba– fuera de espacios y convergencias públicas mayoritarias. Incluyó el autor en aquel momento atinadas menciones de tipo social cuando plasmó la visión del amante, contrapuesta con el habla popular: el sueño y su antagónica realidad, siendo esta última la más desgarrante en cualquier tipo de dualidad o escenario de incomprensiones.
¿Podía Carlos haberse adelantado en Cuba al concepto de la transexualidad? Lo poético del tema nos lo esboza cuando afirma: «estaba preso dentro de su mismo cuerpo/ su sexo qué importaba si era falso o cierto/ él era hombre, él era hombre, pero tenía un corazón de mujer…»
El trágico final del protagonista de la canción viene a reforzar la llamada tesis aristotélica, aplicada a la dramaturgia pero que delata la magistralidad autoral y el avizoramiento de Carlos como renovador de la canción en Cuba, y que como pocos supo tratar un tema tan sensible en años tan eclécticos donde el país se redefinía ante una crisis sin precedentes. Y precisamente eso, su lirismo y preocupación personal, llevaron el tema a necesarias revisitas en cuanto a las mejores aproximaciones musicales sobre la temática gay en Cuba, aún cuando no fue el primero de su tipo en ser escrito.












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Alex Pascual dijo:
1
21 de mayo de 2020
08:41:50
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