ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Cintio Vitier. Foto: Ahmed Velázquez

Cuenta el catálogo ensayístico cubano con un libro al que debe volverse siempre, y con más razón en días definitivos. Válido, tanto para los que fundan como para los que deshacen, por puntear desde las figuras que la amasaron, «los momentos claves en el proceso de forja de la nacionalidad». Su autor, el escritor y crítico Cintio Vitier, se marchó del mundo hace hoy diez años, dejando un halo de luz que emerge de su obra y su conducta.

Con José Martí en el centro del proceso, el texto transita por relevantes personalidades de la historia y la cultura de Cuba como Félix Varela, José de la Luz y Caballero, José María Heredia, Carlos Manuel de Céspedes, Máximo Gómez, Enrique José Varona, Rubén Martínez Villena, Ernesto Che Guevara y Fidel Castro, por solo citar algunos de los imprescindibles.

La apasionante lectura donde la fibra humanista y próvida de Cintio sacude al lector de bien va cerrando con juicios alusivos al triunfo de la Revolución Cubana, en el instante primicial en que tuviera lugar: «La patria, que estaba en los textos, en los atisbos de los poetas, en la pasión de los fundadores, súbitamente encarnó con una hermosura terrible, avasalladora, el 1ro. de enero de 1959. La teníamos delante de los ojos, viva en hombres inmediatos e increíbles que habían realizado en las montañas y en los llanos aquello que estaba profetizado, lo que fue el sueño de tantos héroes, la obsesión de tantos solitarios», escribe. Y concluye: «¡Qué confusión enorme, qué despertar necesario (…) ¡Cuántas lecciones de un golpe! (…) Qué fecundación borrando las innumerables frustraciones, las humillaciones indecibles, las minuciosas pesadillas! Comenzaban entonces otros combates, pero desde entonces el devenir tiene raíz, coherencia, identidad. La sangre ha sido aceptada, el sol de los vivos y los muertos brilla exigente en el centro de todo. “Y todo lo que parecía imposible, fue posible”».

Vayamos como quien marcha a lo grandioso al (re)encuentro con Ese sol del mundo moral, donde laten las noblezas de nuestros coterráneos mayores. Que sea solo un peldaño para crecer otra vez frente a la obra de quien se reconociera a sí mismo como «un poeta sencillamente enamorado de su patria».

Cintio –como también sucede con Fina, perfecto complemento de su labor y su vida–,  una vez descubierto, no se nos vuelve a dormir. Lo hallaremos en los albores del grupo Orígenes, con otros grandes de nuestras letras; en la belleza de sus poemas y su narrativa, en la voz consejera que habla a los estudiantes en los Cuadernos martianos de la Enseñanza Media. Releámoslo con la permanencia que estudiara él la obra del Maestro, que de mejorarnos se encargan sus palabras.

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