
En silencio se apagó el pasado 13 de abril en La Habana, a los 85 años de edad, la vida de Héctor Angulo (Santa Clara, 1932). Tan en silencio, que apenas trascendió el suceso luctuoso a los espacios informativos culturales. Conociéndolo, sé que él no le habría dado la más mínima importancia. Le molestaría, eso sí, que su obra pasara al olvido, lo cual no debe ocurrir ni podemos darnos el lujo de que ocurra, porque Angulo fue y es uno de los compositores referenciales de la música cubana del siglo XX.
Perteneciente a una generación –junto a Carlos Fariñas, Calixto Álvarez, Jorge Garciaporrúa y Jesús Ortega, y previa a la irrupción del gran fenómeno de Leo Brouwer– sucesora de la del Grupo de Renovación Musical, alumno de Julián Orbón y Nilo Rodríguez, alternó inicialmente su vocación musical con los estudios de arquitectura y la práctica de la pintura.
Precisamente por su cercanía a Orbón se identificó con la manera creativa con que el músico español aplatanado –el compositor del grupo Orígenes, amigo de Lezama, Fina, Cintio y Eliseo– solía cantar cuartetas de los Versos sencillos, de Martí, enmarcándolos en la tonada de la popular Guantanamera.
De modo que Angulo, a quien el Gobierno Revolucionario concedió en 1959 una beca para estudiar en la Manhattan School of Music, para ganarse la vida en medio de una difícil situación –Washington había roto relaciones con Cuba y el villaclareño quedó de momento varado en EE. UU.– se empleó como instructor en un campamento de verano, organizado por un movimiento de izquierda, en 1962, al que acudió Pete Seeger.
El cantor y folclorista escuchó esa versión de la Guantanamera, la hizo suya, y con ella le dio la vuelta al mundo, no sin antes inscribirla erróneamente bajo la autoría de Angulo y él mismo. Fue un episodio triste y afortunado a la vez, la Guantanamera martiana se internacionalizó, pero Angulo sintió vergüenza de que se hubiera ignorado a Joseíto Fernández y la idea original de Orbón.
Difícil resultó para el compositor sobreponerse a lo que representó para sí ese entuerto. Pero antes y, sobre todo, después de su estancia en EE. UU. –regresó en 1965–, los aportes de Héctor Angulo a la música de concierto poseen entidad propia.
Su más reconocida obra para la guitarra es Cantos yoruba de Cuba, infaltable en el repertorio de concertistas nacionales y extranjeros. «Es un misterio –confesó– cómo llegué a escribir esa suite. Cuando vine de Santa Clara para La Habana, iba con Argeliers León, Nilo Rodríguez y otros amigos a Regla y quedé seducido por la belleza de aquellas melodías folclóricas; hasta que un buen día me senté a recrearlas para la guitarra como si siempre hubieran estado dentro de mí».
A ese instrumento dedicó también otras apreciables piezas como Elegía a Calvert Casey, Cantos para difuntos (inspirados en los ritos paleros), Puntos cubanos y Sonera para dos guitarras.
Sin embargo, su más abundante producción se inscribe en la música de cámara y la vocal, además de que por largos años escribió para la escena teatral. En la primera de dichas vertientes son notables y merecen una atención mayor por parte de nuestros intérpretes, su Sonata para once instrumentos, Toque (piano y diez percusionistas), Climas (violín, violonchelo y piano) y Bucólica (saxofón y banda magnetofónica), todas estas portadoras de un lenguaje experimental de vanguardia.
Lector insaciable, puso música a textos de José Martí, Nicolás Guillén, Mirta Aguirre, Miguel Barnet, Pablo Armando Fernández y otros poetas cubanos, y junto a Rogelio Martínez Furé, a partir de un cuento recogido por Lydia Cabrera, se aventuró en una ópera de cámara, puesta en escena de Pepe Camejo para el Guiñol Nacional, Ibeyi Añá. Las generaciones de hoy agradecerían una necesaria versión actual.
Miembro de la Uneac, animador de los Festivales de La Habana de música contemporánea, en el 2013 Angulo estrenó una obra dedicada a los Cinco Héroes cubanos: «Es lo menos que puedo hacer por quienes representan nuestra dignidad».












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Andrachi dijo:
1
24 de abril de 2018
08:53:50
Francisco Rivero dijo:
2
29 de abril de 2018
08:49:20
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