
“Lo que me mueve es la transgresión”, confesó alguna vez cuando le preguntaron acerca de su credo estético. Justo ese principio recorre la obra y forma parte del legado del compositor y director de orquesta francés Pierre Boulez, fallecido a los 90 años de edad el último martes en la localidad alemana de Baden-Baden donde residía.
Fue uno de los principales protagonistas de las revoluciones en la música de concierto del siglo XX, al extender los límites de la concepción sonora más allá de las convenciones heredadas de medio milenio de evolución de ese arte en la cultura occidental.
Se inició en el estudio de las Matemáticas, pero en 1944 matriculó en el Conservatorio de París con otro de los grandes de la música contemporánea,
Oliver Messiaen y ese encuentro selló su destino: a partir de entonces se dedicó a la composición, zona creativa a la que contribuyó con el desarrollo del serialismo integral, corriente en la que no solo se establece un orden para las alturas sino también para las variables rítmicas y de intensidad en las partituras, camino por el que transitaron igualmente, con sus particularidades, el alemán Karlheinz Stockhausen (1928-2007), el austriaco Ernst Krenek (1900-1991) y el italiano Luigi Nono (1924-1990).
Entre sus obras referenciales se hallan Polyphonie X (1951) para 18 instrumentos; Structures I y II (1952-1961), para dos pianos; Pli selon Pli (1957) para soprano y orquesta; y Repons (1980), para dos pianos, arpa, percusión y cinta magnetofónica.
Se estrenó como director de orquesta en 1957 —conducía sin batuta— y se desempeñó como titular de prestigiosos colectivos como las sinfónicas de Cleveland y de la BBC, y la Filarmónica de Nueva York, donde sucedió nada menos que a Leonard Bernstein. En 1977 creó en Francia el Ensemble
Intercontemporaine, exclusivamente dedicado a la experimentación sonora.
Por las grabaciones de su obra y con las orquestas que dirigió conquistó en 26 ocasiones el Premio Grammy.












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Máximo dijo:
1
8 de enero de 2016
13:02:54
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