
Dos caras se fue; llega Imperio. Un porcentaje considerable de los televidentes cubanos se ha aficionado a tal punto a las telenovelas brasileñas de la fábrica Rede Globo, que no imagina que al menos tres veces por semana en horario estelar, con retransmisiones por la madrugada (favor del que no gozan las producciones cubanas), se le prive de un novelón procedente de la poderosa industria audiovisual del país su-
damericano.
Como otras tantas obras de este corte, el enganche con la trama y las subtramas de Dos caras pasa por la densidad de las intrigas y la consistencia con que tales nudos se tejen y destejen. En ello resultan decisivos el oficio del autor y sus colaboradores, la eficacia de la puesta en escena en el seguimiento episódico, la solvencia de los elencos, la apostura de la ambientación y la adecuada utilización de los recursos técnicos complementarios.

Ante Dos caras existen dos tipos de respuestas. Una: la aceptación acrítica de la(s) historias(s). Dos: la aceptación negociada; esa que pone distancia y cuestiona, sin que por ello deje de consumir un producto entretenido, en tanto parte del presupuesto de que las telenovelas brasileñas clasifican entre las de mayor empaque en el orden de la realización, si las comparamos con los culebrones venezolanos, mexicanos y miameros que circulan profusamente en soportes digitales. También, unos y otros, deben admitir una tercera respuesta, las de quienes, por diversas razones tan respetables como las de los dos primeros, no quieren que se les hable siquiera de esta telenovela.
Pero cuando se narra una historia, dentro de las convenciones realistas —y Dos caras, no es que lo diga yo, sino el propio autor principal y la casa productora, se inscribe en el género de “telenovela realista con tema contemporáneo”—, lo primero que se debe respetar es la credibilidad, y esta falla estrepitosamente en el núcleo central. La historia de culpa y redención de Juvenaldo/ Ferrazo puntea entre las más increíbles e insustentables de la teledramaturgia de lo que va de siglo XXI. Ni el actor Dalton Vigh se la cree ni su pareja Marjorie Estiano
—vamos a ver si mejora su actuación en Imperio—, ni el pequeño que interpreta a Renato.
Aguinaldo Silva, escritor de extensa trayectoria en Globo, no solo defendió este desaguisado, sino le tomó el pelo a los televidentes —o quizá se lo tomó a sí mismo— al comparar la solución al caso Ferrazo nada menos que con la que daría un Dostoievski. Silva sí es un caso —Imperio es otra de sus criaturas—, pero merece una nota aparte que redactaremos en los próximos días.
Para completar, la transición de Silvia (Alinne Moraes) de la villanía —no hay telenovela que se respete sin villanos o villanas— a la esquizofrenia criminal se nos hará inolvidable por ser una de las más lamentables actuaciones que se recuerde.
Dos caras tiene mucha tela por donde cortar; solo nos detendremos en el otro protagonista: Juvenal Antena, Antonio Fagundes se lleva las palmas en la interpretación del personaje. Nadie lo duda. Pero lo que propone dista de ser inocente.
Líder carismático, Juvenal funda una favela, la Portelinha, a imagen y semejanza de una muy real, Río das Pedras, en la urbe carioca. Rezuma populismo y clientelismo político, pero resulta tan simpático que esa deformación no pesa. Ama desesperadamente a una mujer, Alzira (Flavia Alessandra), sin embargo los separa, aparentemente, un conflicto machista. Juvenal, cierto, quiere a la mujer en una jaula de oro; Alzira, cierto, quiere ser lo que quiere ser sin que la limite el amor de un hombre. Pero lo que se escamotea es sencillamente terrible, y no tiene nada que ver con moralinas.
Pretender que el baile del palo es “arte”, y realzar su promoción publicitaria, equivale a legitimar la industria del sexo, de la mujer como objeto erótico. Juvenal es un dinosaurio; los que lanzan a Alzira son depredadores de otro signo.
Ya viene Imperio. Tendremos más de lo mismo con diferente ropaje.
Cuando leí el anuncio del portal institucional de la Televisión Cubana, pensé que había equivocado la búsqueda en el ciberespacio al encontrar el siguiente texto:
“Llega el desenlace de las historias reveladoras de Dos caras, que con el pretexto de la venganza por un desengaño amoroso, hurga en temas tan relevantes como la equidad racial, de género, la democracia y la participación política en diferentes escenarios institucionales y privados en Brasil, la realización humana dentro de ambientes de pobreza, la necesidad del apoyo de Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) a las comunidades, otros aspectos que incitan a reflexionar y valorar aún más la riqueza comprendida en la diversidad de los individuos. Sobreviene una telenovela que promete adentrarse en las relaciones intrafamiliares, las luchas complejas por conquistar el poder y el reconocimiento dentro de la élite económica de la sociedad brasileña. Con tantos premios avalando su calidad, Imperio augura buenos ratos en las noches de Cubavisión, un regalo excelente para iniciar el 2016”.
¿Ingenuidad irresponsable? Rede Globo no lo haría mejor.












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Andrés R dijo:
1
31 de diciembre de 2015
18:17:16
Pedro dijo:
2
2 de enero de 2016
18:17:35
are dijo:
3
4 de enero de 2016
15:40:41
AVB dijo:
4
4 de enero de 2016
22:35:11
Josefina dijo:
5
5 de enero de 2016
14:30:23
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