Los aportes de Augusto Blanca y Jorge López Marín a los repertorios de la trova y diversas formaciones instrumentales, respectivamente, fueron reconocidos por la Asociación de Músicos de la Uneac al otorgarles el Premio Anual 2015.
En el caso de Augusto Blanca (Banes, 1945) destaca su larga dedicación a la canción, sobre todo a partir de su relación con el movimiento artístico de Santiago de Cuba a finales de los 60.
Justo en el momento de despegue de la nueva trova, Augusto se hizo notar con una de las piezas más hermosas de la etapa, Regalo.
Entre su nutrida obra figuran otras composiciones notables como A golpe de canción, Guitarra para Víctor Jara, Luna trovera, Fábula que contó Doña Pulcra y No olvides que una vez fuiste sol.
También ha desarrollado una intensa labor para la escena, que halló su clímax con la creación de la Teatrova junto a la actriz María Eugenia García, y le ha puesto música a textos del poeta Waldo Leyva y del narrador Eduardo Galeano.
A su desempeño como director sinfónico, López Marín (La Habana, 1949) suma una fecunda trayectoria en el campo de la composición, disciplina en la que contó con la tutoría del célebre creador de la era soviética Aram Jachaturián, quien dijo de su discípulo: “La obra de López Marín desarrolla con brillantez y originalidad las tradiciones de la música folklórica cubana, y auna orgánicamente los ritmos y las entonaciones folklóricas, con la técnica y las tradiciones de la escuela clásica y la moderna europeas”.
Autor de un amplio repertorio para solistas y formatos de cámara, las piezas orquestales tienen un peso decisivo en su catálogo, tales los casos del Primer concierto para orquesta, Sinfonía en son mayor, Dicho de varios modos, y Médico de pianos.












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