ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

Como un excepcional curso de historia del séptimo arte puede calificarse el ciclo Clásicos del cine restaurados que, paralelamente a una selección de títulos descollantes de reciente producción, integra el 18 Festival de Cine Francés en La Ha­bana. La Cinemateca de Cuba, acogerá en su sede, el cine 23 y 12, desde el viernes primero y hasta el sábado 9 de mayo esas cuatro obras maestras que figuran en la mayoría de las selecciones de los mejores filmes de todos los tiempos. El minucioso proceso de restauración a que han sido sometidas les restituyó de tal modo sus texturas y los contrastes originales entre el blanco y el negro que, por momentos, sorprenden a los historiadores acostumbrados a verlas una y otra vez por su significación.

Cero en conducta (1933), con guion y dirección de ese genio tan tempranamente desaparecido que fuera Jean Vigo (1905-1934), inaugura la muestra. Es una mirada virulenta —y autobiográfica— del creador a la vida en un internado donde los niños se rebelan hasta desatar el caos, contrapunteada por la maravillosa música de Maurice Jaubert. La cinta, prohibida por la censura francesa en su momento, tuvo que esperar a que finalizara la Segunda Guerra Mundial para estrenarse. Se exhibirá el primero a las 5:00 p.m. y el viernes 8 a las 8:00 p.m.

La gran ilusión (1937). 

Jean Renoir (1894-1979) aportó con La gran ilusión (1937), uno de los títulos cimeros a la historia del cine, no solo por constituir un alegato pacifista, sino por sus méritos cinematográficos. Recrea la historia real de un soldado que se evadió va­rias veces de campos de prisioneros alemanes durante la Primera Guerra Mun­dial. Solo cuando el popular ac­tor Jean Gabin se interesó en el proyecto, rechazado por no pocos productores, pudo reunirse el financiamiento requerido. No obstante ser distinguido con el premio especial del jurado en el Festival de Venecia, el filme permaneció prohibido en Italia hasta cul­minar la guerra. La gran ilusión, que según el crítico Basil Wright “so­lo puede ser juzgada con los pa­tro­nes más altos”, está prevista pa­ra el miércoles 6 (8:00 p.m.) y el jueves 7 (5:00 p.m.).

Otro título imprescindible es Los niños del paraíso (1945), de Marcel Carné (1909-1996), una película que rinde tributo al mundo del teatro a través del guion situado por el poeta Jacques Prévert a mitad del siglo XIX. El reparto extraordinario reunió a Pierre Brasseur, Arletty, Jean-Louis Barrault y María Casares. Las circunstancias que rodearon el complejo rodaje en los Estudios Victorine de Niza ante la imposibilidad de rodar en París por la ocupación nazi, y los testimonios de algunos de los principales participantes se relata en un documental de la serie Un filme y su época, que también se exhibe. Los cinéfilos podrán admirarla el sábado 2 (5:00 p.m.) y el sábado 9 (2:00 p.m.).

El cuarto clásico restaurado es Casco de oro (1952), dirigido por Jacques Becker (1906-1960). Esta brillante evocación de la belle epoque, es inconcebible sin el protagonismo absoluto de una de las más grandes actrices filmadas por una cámara: Simone Signoret como la prostituta de cabello rubio que le da título, a quien secunda el eficaz Serge Reggiani. El martes 5 (5:00 p.m.) y el jueves 7 (8:00 p.m.) podrá ser redescubierta por los espectadores cubanos esta genuina obra de arte cuyo excelente guion fue publicado por Ediciones Icaic en los años sesenta.

Basta aproximarse a este magistral cuarteto no solo para corroborar los valores que el tiempo acrecienta, si­no las razones por las cuales el cine adquirió la connotación de arte del siglo XX y este a su vez, el de Siglo de Lumière.

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