ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

Rigoberto López egresa a la pantalla grande con su segundo largometraje de ficción Vuelos prohibidos, un filme que se propuso “íntimo y reflexivo sobre Cuba y sus esencias”.

La historia que cuenta es así: Monique, parisina de 35 años, tiene un padre cubano que no conoce. La tarde en que se dispone a viajar a La Habana se encuentra en un aeropuerto de París a Mario, un cubano en sus 50 que espera el mismo vuelo. Sin embargo, el viaje tendrá que esperar por una inesperada tormenta en el Caribe. Esa noche, desde la habitación de un hotel, Monique y Mario, amantes, comparten sus visiones de Cuba entre confesiones y sentimientos.

A la circunstancia inicial de la cancelación del vuelo alude el título, tal vez demasiado provocativo…pero comercial.

Precisamente a Julio Carranza, un economista y profesor universitario devenido coguionista del filme, le gustó lo de prohibidos en vez de cancelados. “Desde el inicio lo acepté porque representa la historia de la incomunicación, y buscábamos la idea de la ruptura y el encuentro”.

La cinta fue producida por el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica (ICAIC), con la colaboración del Ministerio de Cultura y la Fundación Global Democracia y Desarrollo, de República Dominicana.

El reparto está encabezado por el cantante cubano Paulo FG, quien luego de una extensa y exitosa carrera musical, se enfrenta por primera vez al cine

En una rueda de prensa con casi todo el staff en el Centro Fresa y chocolate, el conocido salsero dijo que se trató de algo totalmente diferente a todo lo que había realizado hasta el momento. “Cuando acepté no sabia bien lo que era el trabajo actoral, convertirse en el personaje. Ha sido una experiencia maravillosa”.

Aunque en su ya extensa carrera artística incluye muchos video clips, el Paulo FG expresó, quizás en broma: “Esta es mi primera película y espero que sea la última”. A lo que él decida le acotamos, como dice en su CD de 2002, Te deseo suerte.

Paulo FG (izquierda), Rigoberto López (al centro) y Sanâa Alaoui (derecha) al finalizar la rueda de prensa en el Centro Fresa y Chocolate. Foto: Roberto Bello

La coprotagonista es la  actriz francesa Sanâa Alaoui quien aseguró que el reto mayor fue hablar la mayor parte del tiempo en español, un idioma que aprendió en solo dos meses. “Rigoberto me dio confianza, porque él sabe exactamente lo que quiere y tiene un gusto y sensibilidad increíble”.

Comentó que cuando el director le habló del filme, le expuso la intención de hacer un homenaje a un clásico, la película Hiroshima mon amour y esto “enseguida me cautivó y ayudó a entender el propósito del guión”.

En el tema de los personajes, Rigoberto López confesó que para él “fue una verdadera fortuna contar con la participación de Daysi Granados, Mario Balmaseda y Manuel Porto en actuaciones especiales”, una afirmación compartida pues en tan sólo tres escenas, esos iconos del cine cubano volvieron a dar al traste con los llamados papeles secundarios.

Por demás —dijo— Mario y Daysi son dos consagrados que, paradójicamente, nunca habían trabajado juntos.

El director del premiado documental Yo soy del son a la salsa y de la Muestra Itinerante de cine del Caribe aceptó posteriormente responder unas preguntas en exclusiva para nuestra publicación.

Doce años de Roble de olor (2003) ¿Cómo resulta esa situación para un cineasta?

“Es triste. No es que me hayan faltado historias que yo quisiera hacer, es que las circunstancias no me acompañaron. Este proyecto concretamente, algo absolutamente diferente a Roble..., una película de época, lo único que para mi tienen de común es que las dos tratan de discursar sobre nosotros, nuestra realidad. Roble… más parabólico, Vuelos…mas directamente a la realidad contemporánea. Yo llevaba mucho tiempo tratándola de hacer. También en los últimos años me he dedicado a tratar de que el cine caribeño tenga mayor visibilidad y por esos caminos en República Dominicana están en lo mismo y el presidente de la Fundación Global, democracia y desarrollo, Leonel Fernández, me ofreció su colaboración y con un poco de financiamiento pude filmar en París, con once personas”.

Desafíos ha sido una palabra clave en su exposición anterior con la prensa. ¿Podría ampliar algunos de ellos?

“Rodar entre París y La Habana. Filmamos en 17 días en el aeropuerto Charles de Gaulle, en su Terminal 2, no te digo lo que cuesta filmar una hora ahí, también en el Novo Hotel Tour Eiffel y otros escenarios de París. Mucha tensión, con el trabajo con los actores, la posición de las cámaras. Otro desafío: llevar reflexiones, conceptos, ideas al lenguaje del cine, sin que sea academicista, que sea una historia de amor y que debatan problemas. Quería una capacidad de sugerencia, un aliento poético, que no fuera una propuesta de realismo pedestre. Tenia que estar la posibilidad de provocar una reflexión, no solo para dialogar con el público cubano, sino con el público fuera de Cuba, tu sabes cuanto se especula sobre Cuba, cuantas dudas, cuantas preguntas, cuanto equívocos, cuanta curiosidad hay sobre la realidad cubana hoy. Creo que nos corresponde a nosotros responder a eso debidamente, sin estereotipos. Entre los desafíos que encaramos sobresalió filmar una trama que reposa en los diálogos de dos actores, uno de ellos sin experiencia profesional”.

¿Sus dos largometrajes a través de una historia de amor?

“Una vez tuve la oportunidad de compartir con el Sidney Pollack (director entre otras de África mía y Tootsie) y le pregunté por qué con frecuencia sus películas se erigían sobre la base de un romance y él me contestó sencillamente: ¿No crees que no hay nada más político que una historia de amor?”.

Ha hecho una referencia a Hiroshima mon amour, el clásico de clásicos de Alain Resnais, (Palma de Oro en Cannes, 1959) y efectivamente las coincidencias temáticas con esa obra maestra son amplias: dos actores, espacio escénico bastante limitado, intensidad del encuentro entre dos personas de origen y cultura diferentes y se proyecta hacia la reflexión…

“Yo creo que hay que volver al cine de autor, para mi como cineasta quedaron las películas de la Nueva Ola francesa, del neorrealismo italiano como referente que te sale inconcientemente”.

Hay una cita casi directa al guión de Marguerite Duras cuando el japonés (Eiji Okada) le dice a la francesa (Emmanuelle Riva): No has visto nada en Hiroshima. Nada.

“Si, cuando Mario, el periodista que interpreta Paulo FG le dice a Monique: ¿qué sabes tú de La Habana si no has visto nada, nada?”

La música da a la película una profundidad, un contexto. Es realmente extraordinaria…

“Es del experimentado Miguel Núñez, quien es el director musical del grupo de Pablo Milanés; Miguelito, como le decimos cariñosamente, es un excelente pianista, compositor y arreglista”.

En un aparte para esta publicación, Núñez reveló que compuso “una cantidad de música realmente excesiva para la que llevaba la película y después fuimos escogiendo entre Rigoberto y yo cuales nos daba más con la imagen”.

¿Es una fusión?

“La pensé con una influencia más francesa, más melódica, a lo mejor menos ritmo. Me basé en los cambios y las modulaciones como trabajaba Michel Legrand. Desde el principio cogí el tema y fui modulando y modulando como él hizo en Las señoritas de Rochefort o Los paraguas de Cherburgo (ambas de Jacques Demy). En realidad es un tema muy sencillo pero que debajo te vas a dar cuenta tiene la influencia cubana pero no tan marcada, tiene orquestaciones más clásicas, más violines, menos tambores”.

Vuelos prohibidos, una cinta de riesgos y desafíos para su director Rigoberto López, que quiso apartarse del género de comedia o la farsa para tocar la realidad actual cubana.

La premier de Vuelos prohibidos se realizó el 25 de marzo en el cine Chaplin de La Habana como parte de los festejos por el aniversario 56 del ICAIC.

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