Antes de ir a verla, la principal preocupación era si los efectos especiales, la ambientación futurista y todos los demás componentes básicos que conforman una película de ciencia ficción (en estos tiempos de superproducciones comerciales millonarias) serían capaces de amparar la carga de tesis filosóficas que se le había anunciado a Omega 3.
Los primeros minutos del metraje, y otros que se recrearían más tarde, resultan estimulantes en cuanto a la elaboración de un mundo creíble sin necesidad de enfrentamientos galácticos, monstruos armados de rayos láser y demás agregados espectaculares que hoy dominan la taquilla internacional, aunque a veces, por suerte, aparecen filmes artísticamente encomiables.
Superada la primera prueba de la técnica artística en función de las ideas, tocaba el turno entonces a la historia misma de Omega 3, su dramaturgia, las actuaciones y un factor esencial en cualquier obra de ficción, ya sea literatura o cine, el tono.
Eduardo del Llano, guionista de éxito en largometrajes filmados por otros, parece impreciso ahora como director en los tiempos dramáticos del conflicto que asume sin acabar de precisar ese dichoso tono narrativo (¿serio, menos serio, gracioso, lo uno y lo otro?) esencial para que un guión resulte, al menos, aceptable.
Puede que en el papel, su historia de guerra futurista entre diferentes bandos, no por convicciones políticas, religiosas o ideológicas, sino por lo que se come, resulte interesante en sí misma y hasta por la metáfora referida a la intolerancia humana en aceptar la preferencia de los otros. Pero la plasmación de tales conceptos en imágenes, una vez planteado el conflicto, se sustenta en buena medida en situaciones desarticuladas y diálogos escasos de sustancia y, por lo tanto, insuficientes para desplegar un nivel dramático que sostenga, en su escasa hora y minutos, la atención del público.
Pareciera como si el director, que con no poca gracia y soltura, maneja los diálogos cotidianos en sus historias nacionales, tuviera problemas de verosimilitud a la hora de ponerse serio.
Un filme al que le falta aire para madurar tensiones y los golpes de elipsis a los que recurre más bien confunden, en lugar de subir el ánimo de la historia y del espectador.
Con tales antecedentes de imprecisiones, extendidas también a la hechura de los personajes, no es mucho lo que pueden hacer Carlos Gonzalvo, Daylenis Fuentes y Héctor Noas en los papeles principales de esta Omega 3, muy a medio camino de lo que, en los primeros minutos, parecía.












COMENTAR
Maire dijo:
1
1 de septiembre de 2014
08:13:38
Adela dijo:
2
1 de septiembre de 2014
08:21:22
kevin dijo:
3
1 de septiembre de 2014
09:07:52
Reg dijo:
4
1 de septiembre de 2014
09:19:17
RBA dijo:
5
1 de septiembre de 2014
10:14:08
Perez Perez dijo:
6
1 de septiembre de 2014
11:00:06
Perez Perez dijo:
7
1 de septiembre de 2014
11:01:12
el duende dijo:
8
1 de septiembre de 2014
11:53:17
Jo dijo:
9
1 de septiembre de 2014
12:18:18
Ernesto Hernández Benítez dijo:
10
1 de septiembre de 2014
13:57:22
Enrique el Antiguo dijo:
11
1 de septiembre de 2014
14:00:40
thelastsoulja dijo:
12
1 de septiembre de 2014
18:00:20
camilog dijo:
13
2 de septiembre de 2014
10:21:22
editora dijo:
14
2 de septiembre de 2014
15:02:24
Erne dijo:
15
2 de septiembre de 2014
21:57:28
Hyde dijo:
16
3 de septiembre de 2014
09:37:45
ley dijo:
17
6 de septiembre de 2014
18:57:38
Responder comentario