ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Marguerite Duras, en septiembre de 1984. Foto: AFP

La escritora y cineasta francesa Marguerite Duras (1914-1996) siempre sostuvo una historia de amor con el cine. A lo largo de trein­ta años, ella se obstinó en dominar su lenguaje y su gramática de igual modo que su obra literaria insertada en el movimiento co­nocido como Nou­veau Ro­­man. A propósito del centenario del nacimiento de esta narradora, la Cine­ma­teca de Cuba exhibe un ciclo dedicado a la célebre guionista del clásico Hiro­shi­ma, mi amor (1959), de Alain Res­nais, que quedará inaugurado en la sala Charlot este martes 22 de julio.

Nacida en Saigón, el 4 de abril de 1914, como Mar­guerite Donnadieu (apellido que cambió por el del pueblo de su casa paterna), transmitió sus vivencias en la In­do­china ocupada por los fran­ceses, en algunas de sus obras literarias, sobre todo Un di­que contra el Pacífico (Un barrage contre le Pacifique, 1950), de la que René Clé­ment filmó en 1958 una frustrante versión, y El amante (L’Amant, 1984), laureada con el premio Gon­court y ob­jeto de una estimable adaptación cinematográfica por Jean-Jac­ques Annaud.

Después del éxito resonante de Hi­roshima, mi amor, el británico Pe­ter Brook tradujo a la pantalla su no­vela Moderato Cantabile (1960), con las actuaciones de Jean-Paul Bel­mondo y Jeanne Mo­reau, convertida pronto en una suerte de alter ego de la narradora. Esa enorme actriz no so­lo protagonizó también Ma­de­­moiselle (1966), de Tony Ri­chard­son, sobre un guion de Jean Genet en el cual intervino la Duras sin ser acreditada, sino que fue la narradora de El amante (1992), después de integrar el reparto de Nathalie Gran­ger (1972), cuarta incursión de la novelista detrás de la cámara, que se tornó en una obsesión tras debutar con La música (1967). Con el transcurso del tiempo, la Moreau personificaría a la autora ya sexagenaria en una cinta biográfica en tor­no a su relación con el joven Yan Andréa.

El ciclo programado por la Ci­nemateca hasta el sábado 26 permite apreciar nue­ve títulos en la filmografía de Marguerite Duras, tres escritos y realizados por ella en los cuales se advierte el interés por la memoria y ser una discípula aventajada de Res­nais, Nathalie Granger (1971), India Song (1975), considerado como el mejor de la veintena que rodó, y Bax­ter, Véra Baxter (1977). Llama­mos la atención so­bre Una larga ausencia (Une aussi longue absence, 1961), de Henri Colpi a partir de un guion original de ella, que compartió la Pal­ma de Oro en Cannes con Viridiana, de Buñuel, y ob­tuvo el premio Louis Delluc. Cierra con el estreno en Cu­ba de la nueva versión de Un dique contra el Pa­cífico (2008), dirigida por el prestigioso cineasta camboyano Ri­thy Panh, con el protagonismo de Isa­belle Huppert. Es una oportunidad única para una aproximación al noviazgo de Marguerite Du­ras con el cine, que atravesó todas las fases antes de finalizar con Les Enfants (1984).

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