Escritores y artistas cubanos, que corrieron con la suerte de conocer al Gabo o incluirse entre sus amigos, se reunieron este viernes para evocar al creador de ese Macondo perdido y encontrado en la América Latina nuestra. El Ángel Gabriel, como alguien le llamó, se apellidó García Márquez y recorrió la Sala Villena de la UNEAC, de una Cuba que amó y que tanto le ama.
En sus palabras inaugurales, Miguel Barnet, presidente de la UNEAC, destacó que era imprescindible este homenaje a García Márquez, desde la casa grande de los escritores y artistas de Cuba. Él, dijo, fue llorado sin pudor, con su muerte se fue uno de los más grandes escritores de Latinoamérica y el planeta.
Gabo, continuó Barnet, no pidió permiso para irse, hasta en la muerte se nos adelantó, “en todo se nos adelantó”. Así era García Márquez, quien supo quitar en su obra todo lo que le sobraba y poner solo lo que hacía falta.
Al encuentro asistieron el asesor del Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Abel Prieto Jiménez; los premios nacionales de Literatura César López, Pablo Armando Fernández y Nancy Morejón, así como los embajadores en Cuba de Colombia, Gustavo A. Bell Lemus, y de México, Juan José Bremen, además de reconocidos intelectuales del país.
El escritor Waldo Leyva, quien laboró en la legación diplomática de Cuba en Ciudad México y conoció allí personalmente al Gabo, destacó el compromiso del autor de El amor en los tiempos del cólera, con la amistad, y de manera especial con nuestro país.
Por su parte, Pablo Armando Fernández dio lectura a un poema, que tituló Gabo y la luz, en el que reconoció cómo los libros del padre de los Buendía nos han enseñado a conocer la historia.
El comunicador y politólogo hispano francés Ignacio Ramonet evocó cómo en sus conversaciones el Gabo siempre se mostró muy preocupado por la política internacional y prefería hablar de esos temas, incluso más que de literatura.
Quizás, dijo, porque García Márquez nunca dejó de ser periodista y amar esa profesión. En su estilo siempre se distinguió el relato periodístico, porque él fue “esencialmente un periodista, aunque sus libros todos hayan estado fuera de serie”.
También se inclinaba por conocer y saber del cine, porque ejerció la crítica cinematográfica, no así la literaria, como algunos podrían creer.
Su opinión sobre algunos de mis textos, comentó Ramonet, siempre me resultó necesaria, por ello cuando publiqué Cien horas con Fidel fui en busca de su opinión y me dijo que ese sería un libro de mucho éxito, no por la cantidad de veces que lo imprimieran las editoriales, sino porque tendría muchas ediciones piratas, “entonces me enseñó una colección que guardaba de ediciones piratas de muchos de sus libros”.
Al cierre del encuentro la agrupación Obbá-Aré-Anté interpretó cantos de origen africano, de los que el presidente de la Uneac, Miguel Barnet, dijo que de seguro serán escuchados por el Gabo, allá arriba en los cielos.
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Ligia Ines Montaño Ochoa dijo:
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26 de abril de 2014
19:24:03
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