Transcurría el año 1974 cuando en un artículo aparecido en la revista Nature bajo la firma de los científicos Sherwood Rowland y Mario Molina, se advertía por primera vez que los gases conocidos como clorofluorocarbonos (CFC), emitidos por la industria de la refrigeración y los aerosoles, podían destruir las moléculas de ozono en la estratosfera al interactuar con ellas.
Si bien en aquel momento la singular hipótesis solo llamó la atención de determinados círculos académicos, tres años más tarde expertos de más de 30 países, reunidos en Washington, adoptaron un plan mundial de acción sobre la Capa de Ozono, dada las nefastas consecuencias que tendría para la salud del hombre, la flora y la fauna del planeta el presunto debilitamiento del llamado escudo de la vida, que protege a la Tierra de recibir, con toda su magnitud, las nocivas radiaciones ultravioletas procedentes del Sol.
Pero no es hasta 1985 que el asunto adquiere notoriedad internacional al comprobarse por científicos británicos, en una de las bases de observación situadas en el Polo Sur, que los valores de ozono eran notablemente bajos con respecto a las cifras normales durante el invierno austral. Dicho hallazgo fue verificado también por las imágenes satelitales.
Aquel descubrimiento dio lugar al surgimiento del término Agujero de Ozono sobre la Antártida y a que el tema comenzara a ocupar un lugar prominente en la relación de los problemas ambientales del mundo más preocupantes.
Su aparición es favorecida de igual modo por condiciones meteorológicas locales muy específicas, capaces de conducir a la formación de las llamadas nubes estratosféricas polares, dentro de las cuales, y a través de diferentes reacciones químicas, aumenta la concentración de sustancias agotadoras de la Capa de Ozono (SAO).
Teniendo como antecedente la rúbrica en marzo de 1985 del Convenio de Viena para la Protección de la Capa de Ozono por más de 20 naciones (abrió el camino para aunar los esfuerzos de la comunidad científica mundial enfocados a su preservación), el 16 de septiembre de 1987 los gobiernos de 46 países firman en Canadá el Protocolo de Montreal, dirigido a la eliminación gradual de las SAO, fundamentalmente los clorofluorocarbonos y halones.
En 1995, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó esa efeméride como Día Mundial para la Preservación de la Capa de Ozono.
HONRANDO LOS COMPROMISOS CONTRAÍDOS
Pese a la crisis económica que provocó la desaparición de la Unión Soviética y el campo socialista europeo, Cuba ratificó ambos acuerdos en el año 1992.
A partir de entonces, nuestro país empezó a sentar las bases institucionales y jurídicas que le posibilitaran sumarse a tan loable empeño internacional, cuyo punto culminante ocurrió el 16 de septiembre de 1995, al fundarse la Oficina Técnica del Ozono (OTOZ), perteneciente hoy a la Agencia de Energía Nuclear y Tecnologías de Avanzada, del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma).
Conducida desde su creación por el doctor en Ciencias Nelson Espinosa, en sus cinco lustros de labor la entidad lideró el programa nacional para la reducción progresiva de las sustancias agotadoras de la capa de ozono, que muestra resultados favorables en distintos sectores productivos y de servicios.
Figuran, entre ellos, la eliminación completa de los clorofluorocarbonos en la refrigeración doméstica y comercial, lo cual convirtió a Cuba en la primera nación en vías de desarrollo en lograr el loable propósito.
Igualmente, en la actualidad los aerosoles industriales y farmacéuticos se fabrican libres de CFC, acción que demandó la reconversión con tecnología avanzada de las plantas encargadas de producirlos. Así, dichos gases fueron sustituidos por propelentes ecológicos no perjudiciales a la Capa de Ozono.
Dentro de los aportes del país a esta cruzada por la vida sobresale, asimismo, la eliminación del bromuro de metilo como plaguicida en la fumigación de semilleros de tabaco, viveros de café, plantas ornamentales, flores y cultivos protegidos de tomate y pimiento, además de almacenes y silos.
El Doctor Nelson Espinosa precisó a Granma que entre los avances recientes sobresale haber cumplido con el compromiso contraído por el país en su condición de signataria del Convenio de Viena y el Protocolo de Montreal, de reducir en 2020 el uso de las SAO a nivel nacional en un 35 % y lograr destruir hasta el pasado mes de julio 1 834 kilogramos de esos compuestos.
«Una parte esencial de los esfuerzos actuales se centran en la erradicación paulatina de los hidroclorofluorocarbonos (HCFC), muy extendidos en la climatización y refrigeración industrial, que además de perjudicar a la capa de ozono, favorecen el calentamiento de la atmósfera terrestre. Logramos cumplir los objetivos de eliminación, que nos trazamos en la etapa 2010-2020, y pretendemos disminuir a cero el empleo de estos para 2030».
Mencionó también la reciente culminación del levantamiento nacional de equipos de climatización y refrigeración existentes, en colaboración con la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI), a fin de establecer la estrategia de eliminación de los hidrofluorocarbonos.
Lo anterior se corresponde con lo establecido en la Enmienda Kigali, firmada en noviembre de 2016 e incorporada al Protocolo de Montreal, mediante la cual este amplía su alcance, al adicionarle el control y supresión de sustancias que inciden en el aumento de la temperatura media del planeta.
Ya en el presente año se eliminó en Cuba el empleo del gas refrigerante 141-B en la fabricación de espumas rígidas de poliuretano, destinadas a la producción de paneles de aislamiento con fines diversos, logro que condujera a la completa reconversión tecnológica de las cinco plantas encargadas de su elaboración.
No menos importante ha sido la capacitación en buenas prácticas de refrigeración de más de 4 000 técnicos y mecánicos de todas las provincias en el periodo 2017-2020, aseveró el Doctor Nelson Espinosa.
Precisiones
Se le llama Capa de Ozono a la zona de la estratosfera (entre 12 y 50 kilómetros de altura), donde existe la mayor concentración de ese gas.
Cada año el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente otorga un reconocimiento nacional a las entidades que eliminan de forma definitiva el uso de las SAO. En 2020 fueron acreedores de la distinción 12 instituciones, entre ellas nueve hoteles, de las provincias de Matanzas, Villa Clara, Ciego de Ávila, Holguín y Santiago de Cuba.
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19 de septiembre de 2020
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20 de septiembre de 2020
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21 de septiembre de 2020
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