ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
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Erislandy Álvarez irá hoy por la medalla de oro. Foto: Ricardo López Hevia

PARÍS.–.–Este miércoles, aunque lejos de lo que se esperaba, Cuba tendrá su único boxeador que irá por la medalla de oro de estos Juegos Olímpicos. Erislandy Álvarez tendrá una tarea titánica sobre el ring, al pararse frente a frente al ídolo local, Sofiane Oumiha.

Solo con el palmarés del francés bastaría para aquilatar la magnitud del reto: tres coronas mundiales, una presea de plata olímpica en 2016, en Río de Janeiro, y actual campeón de los Juegos Europeos.

Una de esas tres diademas del orbe se la ganó, precisamente, a su adversario de hoy, en la final de la justa del planeta de Tashkent-2023. A partir de entonces, no se han visto más sobre un cuadrilátero.

Aquella pelea encontró desenlace en una votación dividida, y se recorrió a un ritmo acelerado, tanto por el golpeo de ambos como por sus felinos movimientos.

Al colega Roberto Ramírez, especializado en el deporte de las 12 cuerdas, y quien estuvo en ese pleito como parte de su cobertura, le preguntamos por las características Oumiha.

«Es un excelente púgil, fogoso, pero al propio tiempo con buen boxeo. Lo mismo puede desarrollar un combate físico, cuerpo a cuerpo, que establecer el duelo en cualquier distancia y desplegar un modo de estilista», aseguró Ramírez.

También aporta una arista interesante sobre el cotejo de esta noche. «Esa disputa del título mundial el pasado año tiene una diferencia con la que sostendrán aquí por el cetro olímpico. La anterior fue en los 60 kilogramos, y ahora es en 63,5, una división en la que Erislandy se ve más adaptado a ella».

Oumiha viajó junto al equipo francés que entrenó en Cuba y participó en un cartel en Varadero, recientemente, pero no se celebró este pleito.

Esta noche, el campeón mundial, que por un tiempo practicó el rugby el deporte más popular en su Toulouse natal, encontrará a un muchacho de Cienfuegos a quien llaman Vikingo, no porque lo sea, sino por cómo piensa y actúa.

Nada mejor le podía pasar a la cuna del tenis de esta ciudad, el estadio Roland Garros, en su misión de acoger las finales del pugilismo, que la reedición de la última final mundial.

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