ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
José Rodríguez Medina Foto: Frank Fonseca Espinosa

Hay circunstancias imprevistas que prueban la fibra de lo que un hombre o una mujer realmente son. No son los momentos de comodidad y tranquilidad, sino aquellos de extrema adversidad, los que revelan, como un haz de luz, la esencia de cada individuo. De qué están hechos, qué los mueve, cómo reaccionan ante situaciones límites en las que cada segundo decide.

Todo esto experimentó José Rodríguez Medina, durante los dos días que la provincia de Granma, junto al resto del país, sufrió la desconexión del Sistema Electroenergético Nacional el 10 de septiembre.

Por veintiún años, Rodríguez Medina ha sido centinela en el despacho provincial de carga. Su vida ha sido un largo aprendizaje durante este tiempo y los siete años que lleva como jefe del despacho. Allí, aprendió a leer las señales y el parpadeo de las lucecitas en la pizarra magnética. Un oficio donde un paso en falso puede sumir a miles de personas, en la penumbra.

Llegó a esta sala de mando tras el oficio de «ingeniero celador», aquel que recorre a pie las venas de la tierra, sintiendo las cicatrices y las palpitaciones de la red. Esa experiencia le dio la sabiduría de la tierra, el conocimiento táctil de lo que otros solo ven en diagramas. Luego, en su misión en Venezuela puliría a otros en el azaroso oficio de dar y cortar energía ante tensiones en la red, una labor de estratega en un campo de batalla contra el apagón.

Una de esas tantas pruebas supremas de la vida, llegó con la reciente desconexión del SEN ese 10 de septiembre. Un momento de tensión en el que la agilidad mental y la toma de decisiones fueron determinantes.

Con la desconexión, el corazón nacional dejó de latir y Granma dependía entonces de las alternativas que hacia lo interno podrían aliviar la situación.
Ante la oscuridad los Hospitales, esos santuarios donde la vida pende de un hilo luminoso, comenzaron a agonizar. El silencio no era una opción. Su sala de control se transformó en el puesto de mando. Allí, con agilidad y mentalidad de ajedrecista, guió a su equipo en el montaje de un microsistema híbrido (con generación distribuida y el aporte de los paneles solares ), una experiencia que asumía el territorio por primera vez en el país.

«Este oficio exige un gran sentido de pertenencia, ser una persona abispada y tener interés siempre por superarse. El despachador debe estar siempre alerta y preparado para cualquier eventualidad, sin distracciones. "Dado que el sistema es frágil, es esencial anticipar problemas y tomar decisiones rápidas ante cualquier cambio», opina.

Cada comando fue una nota precisa; cada enlace, un acorde perfecto. «Sincronizamos primeramente cuatro inversores en el PSF La Sabana, tres en Niquero».

Aquella danza de voltajes y frecuencias, permitió tender puentes de luz sobre el abismo y sostener los servicios vitales. La luz, como un líquido vital, comenzó a fluir de nuevo hacia las salas de pediatría, hacia los quirófanos, manteniendo a raya la oscuridad.

En un momento dado, se logró servir 27 MW en la provincia, de los cuales 10 MW correspondían a energía fotovoltaica, y en un segundo momento, se alcanzaron 34 megavatios, con 14 fotovoltaicos.

La impronta de José Rodríguez Medina junto a la de su equipo de trabajo, demostró que la verdadera energía no solo está en los paneles o el combustible, también en la inteligencia, la serenidad, el desvelo, la pasión inquebrantable  y el liderazgo de quienes desde su trinchera, tejen la frágil y poderosa red que nos mantiene conectados a la esperanza.

En situaciones límites, algunos encuentran en su interior una fortaleza insospechada, un coraje y una resiliencia que ni ellos mismos conocían, emergiendo como líderes o pilares inquebrantables; otros, en cambio, pueden verse dominados por el miedo. Son pruebas de la vida que desnundan el carácter, dejando al descubierto la verdadera naturaleza de cada cual, mostrando si su interior está forjado con acero o barro.

Así, la adversidad se convierte en el juez implacable que prueba de qué está hecha el alma humana.

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