París.–Como en cada edición de los Juegos Olímpicos, hay hechos que marcan la historia de la cita que se celebra, lo cual engrandece a la ciudad anfitriona. Esos sucesos tienen a los atletas como sus actores principales. París-2024 no es la excepción, incluso más de uno se disputa el trono al más extraordinario.
Teddy Riner, quien encendió el pebetero aquí, junto a otra eximia deportista, Marie-José Perec, se convirtió, en su propia casa, en el único judoca con cinco preseas doradas en estas justas, además de dos bronceadas. Por lo que ha dicho, seguirá hasta Los Ángeles-2028. Este símbolo de Francia ha sido un hito en la escena olímpica parisina.
También los es el regreso de Simone Biles, con las mágicas figuras que dibuja su cuerpo en el aire, ya sea en el caballo de salto, la viga, el suelo o las barras asimétricas. La mejor gimnasta del mundo, que ha dicho que no es la nueva Usain Bolt ni el nuevo Michael Phelps, sino la primera Simone Biles, ha vestido a París con la plasticidad de sus movimientos, y con su vuelo dorado hacia los podios.
León Marchand, con sus cuatro reinados franceses en la natación, pasa por el mismo matiz de ícono de los Juegos que Riner. Ha hecho de la piscina de La Defense su cuna dorada, incluso sacó dos pergaminos de campeón (200 pecho y 200 mariposa) en el curso de dos horas.
El cierre de Femke Bol en el 4x400 mixto, con más de 30 metros de desventaja, y saliendo en la cuarta posición en el relevo mixto de 4x400, es otro de los actos más heroicos de estos Juegos. Ella, que en el Mundial de Budapest el pasado año fue duramente criticada por caerse llegando a la meta, –y hasta memes burlándose tuvo que soportar–, se levantó aquí, con una sideral carrera que dejó a Estados Unidos y a Reino Unido en los puestos dos y tres, cuando ya se sentían líderes.
Pero lo del chino Pan Zhanle, de apenas 19 años, es de otra galaxia. No creyó en las fábulas de la piscina más lenta de la historia, criticada por su profundidad de 2,2 metros y no de 2,5 como dice el reglamento. Es más, la reivindicó con un soberbio e histórico récord mundial en cien metros libre, la prueba reina de la natación.
Diego Torres, colega español y un especialista de gran prestigio y conocimiento en este deporte, nos ayuda a desentrañar la hazaña.
Paró el reloj en 46,40 segundos, exactamente 40 centésimas mejor que la anterior primacía. Una diferencia de tiempo como esa no ocurría, en una sola carrera o heat, desde 1976.
Hacía un siglo que la distancia en el tiempo, entre el oro y la plata, en una final olímpica de cien libre, no llegaba a un segundo. ¿Saben dónde sucedió la anterior? Aquí mismo, en París, en 1924, cuando el primer Tarzán del celuloide, Johnny Weissmüller, venció al Duke Kahanamoku.
«El año pasado me hicieron 29 tests, y desde julio me han hecho dos. Nunca he dado positivo», dijo Zhanle.
A propósito de sus palabras, los nadadores asiáticos se han quejado de acoso por personas de la Agencia Mundial Antidopaje, quienes entran en sus hoteles antes del amanecer, en la siesta y en plena noche, para extraerles muestras de sangre y orina sin previo aviso y sin permitirles dormir.
Con casi una semana para el adiós al fuego olímpico, al libro de hazañas de París-2024 le quedan páginas por escribir.
COMENTAR
Responder comentario