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La responsabilidad de un quintal va desde quien lo
siembra hasta quien lo vende SHEYLA
DELGADO GUERRA
Retomamos los problemas en la comercialización y las pérdidas de
plátano vianda en el municipio artemiseño de Güira de Melena, en
aras de profundizar en las disímiles aristas del fenómeno. En busca
de respuestas, Granma conversó con Renán Barreras Marante,
delegado de la Agricultura en esa provincia.
Renán
Barreras Marante, delegado de la Agricultura en Artemisa.
Comenta Barreras Marante que en los meses de junio, julio y en la
primera quincena de agosto la situación fue muy tensa y compleja en
Güira (en la segunda mitad del último mes se estabilizó), debido a
varios factores: por un lado, las condiciones meteorológicas (sobre
todo las intensas lluvias y las temperaturas elevadas) estimularon
el adelanto de una parte de la cosecha y el incremento de los
niveles productivos en mayor medida, gracias —además— a las
atenciones culturales al cultivo, que fueron las óptimas; y, por el
otro, la falta de destinos para el excedente de la producción
contratada.
Este último se debió en buena medida —enfatizó— al que ha sido
otro de los principales detonantes del problema: la subcontratación
de la producción, pues muchos campesinos concertaron volúmenes muy
inferiores a sus potencialidades reales, y eso dificultó las
gestiones para encontrarle destino a lo que estaba fuera de lo
acordado. Aun así la UEB Comercializadora recepcionó de junio a
agosto más plátano que el previsto (4 307,8 toneladas de un plan de
3 082,5).
Es cierto, se compró por encima de lo convenido en el contrato,
pero la cuestión radica en cómo se garantizó el flujo comercial de
la producción extra a la fijada. En este punto, volvemos al contrato
y a la imperiosa necesidad de un proceso en el cual han de asentarse
todas las aristas entre las partes. Evidentemente, en el caso que
nos ocupa, faltó negociación, no se previó el fenómeno
meteorológico, tan presente en nuestro país en esa época del año, y
a tenor de los efectos del cambio climático y su incidencia en la
agricultura, este es un tema imprescindible a la hora de la rúbrica
contractual.
Lo que no se puede argumentar, porque es casi insultante, es que
admitamos una falta de destinos, cuando la población está esperando
ese o cualquier otro producto. Tampoco puede aceptarse que en un
país eminentemente agrícola y con "sed" de abastecimiento de estos
rubros, producir más sea un problema por fallas en los mecanismos
comerciales.
Las pérdidas registradas hasta el momento en Güira se estiman en
136,8 toneladas, cifra que si bien es discreta en relación con las
ventas generales, pudo beneficiar a no pocas familias y representar
ganancias para los productores y la empresa agropecuaria del
municipio, en cambio, debió destinarse la mayor parte al consumo
animal.
OTRA VEZ EL "HUEVO", LA OFERTA; O "LA GALLINA", LA DEMANDA
Por los días en que más "peliaguda" estaba la situación en cuanto
al abarrotamiento del producto en naves y platanales, Granma
recorrió numerosos mercados agropecuarios estatales (MAE) en la
capital y encontró la libra de plátano vianda (que se expendía como
de primera calidad) a 1,80 pesos, mientras en los mercados de oferta
y demanda (MAOD) costaba tres pesos cada unidad, y diferentes
vendedores de productos agrícolas de forma ambulatoria
(carretilleros) la vendían a tres y cuatro pesos.
Al ser el mercado estatal el más asequible a la población, por
tener precios menos "disparados", y existir mayores volúmenes del
cultivo pendientes de comercialización —por cualesquiera que sean
las razones—, era de esperar que los valores para adquirir bajaran.
Pero no fue así.
Como explicó a nuestro diario en oportunidades anteriores el
director de la Empresa Provincial de Mercados Agropecuarios (EPMA)
en La Habana, Jorge García Trujillo, para que proceda la disminución
de precios en la red de los MAE, se requiere empezar a aplicarla
desde el campo, o sea, reducir el valor de compra del plátano a los
productores y, consecuentemente, hacerlo en los restantes eslabones
de la cadena. De lo contrario, sería inoperante.
En la opinión del delegado de la Agricultura en Artemisa, las
cantidades que solicita el sistema del Ministerio de Comercio
Interior (MINCIN) están por debajo del potencial productivo de la
provincia, condición que frena en cierto modo la posibilidad de
venta mayorista.
Una nueva política de comercialización, próxima a aplicarse en
las provincias de La Habana, Mayabeque y Artemisa, como se dio a
conocer en el pasado periodo de sesiones de la Asamblea Nacional del
Poder Popular, está destinada a favorecer la libre concurrencia de
la base productiva a los mercados, y debe descongestionar el tema de
la comercialización. Si esta hala la producción (entiéndase
productores, base productiva), que ya cuenta con un tratamiento
beneficioso en cuanto a la carga tributaria, debe alcanzarse
perspectivamente un impacto favorable en los precios.
DE LAS MEDIDAS Y LAS ENSEÑANZAS...
"A partir de que se complejizó la situación en la venta de
plátano en el periodo mencionado, se aplicó un grupo de medidas para
atenuarla. Lo primero fue destinar los camiones del sistema de la
Agricultura disponibles en Artemisa para transportar plátano hacia
otras provincias. Al no ser estos suficientes, la dirección del
Ministerio envió al territorio 22 camiones con el combustible
necesario para apoyar la actividad. Unido a eso, tras la publicación
del artículo (3 de agosto) tomamos la decisión de garantizar, todos
los fines de semana, el transporte a aquellos productores que
quisieran vender plátano vianda, hubiesen cumplido o no el contrato,
pues —como dijeron los productores entrevistados—donde más problemas
ellos tienen es precisamente en la falta de medios para trasladar la
producción y de combustible", aseveró Renán Barreras Marante.
Aun cuando se trató de resolver el problema del plátano que se
estaba echando a perder en el campo, sobrevienen otra vez los
problemas de contratos, de definición de lo que le toca a cada una
de las partes, incluso hasta de violaciones, aunque sea tratando de
aliviar la pérdida. El campesino puede y debe concurrir al mercado
por sus medios cuando cumplió con la entrega de su producción
contratada, si espera que el Estado le ponga un camión o el
combustible para asistir, estamos condenando a muerte la
comercialización, la que tenemos ahora, ya sin aliento, y la que
queremos.
Si todas las cooperativas del país esperaran, como las de
Artemisa, camiones y rastras del sistema de la agricultura, no llega
una vianda al mercado, porque no hay camiones, ni rastras, ni flota
dentro del sector agrícola que soporte tal carga, mucho menos
combustible para cada vehículo. La prueba está en que hoy muchos
concurren a los mercados alquilando el transporte o negociando con
el transportista. Nada prohíbe que el productor comercialice
directamente sus excedentes.
"Con los racimos que se estaban madurando en las naves de la UEB,
se aplicaron dos variantes: desmanar una parte y venderla a algunos
centros de trabajo, y los que estaban muy maduros se fueron enviando
a la industria, pues el plátano es muy perecedero y hay que cargarlo
prácticamente en el día, pero por causas objetivas y subjetivas,
hubo ocasiones en que se demoraron tres o cuatro días en cargarlo
desde las naves y luego debía beneficiarse, a costa de que la
empresa agropecuaria tuviera pérdidas como las de esos dos meses
(junio y julio)", abundó el delegado del MINAG.
"Considero que las empresas agropecuarias no son las de mayor
responsabilidad en esas pérdidas —argumentó Barrera Marante—,
partiendo de que estas no tienen en sus manos los recursos
indispensables para comercializar las producciones (solo lo hacen de
forma mayorista), y, además, su función es producir".
Sin embargo, un quintal de cualquier producto que se pierda debe
preocupar y ocupar, y son responsables desde quienes lo siembran
hasta quienes lo venden.
Justo cuando se rediseñan los mecanismos para revitalizar el
expendio de genéricos agropecuarios y acortar su "trayecto" desde el
campo hasta la mesa, urge aprender de los tropiezos y hacer
acompañar esa voluntad política del tan invocado "salto" en la
mentalidad, para que no haya que esgrimir justificaciones y mucho
menos que se quede en el campo lo que esperamos los cubanos.
Otro de los cabos que quedan por amarrar es el relacionado con la
firma de los suplementos, como recursos legales (concebidos en las
cláusulas del contrato) para ajustar las ventas contratadas en el
transcurso del mes por razones bien fundamentadas, lo cual no se ha
hecho valer en su justa medida.
Falta, ante todo, asimilar como manual de cabecera el Lineamiento
183 —referido a lo imperioso de buscar mecanismos en este sentido
más ágiles, simplificar los vínculos entre producción primaria y
consumidor final, partiendo de la integralidad del proceso—, línea
en la cual está montada la nueva estrategia para las provincias de
La Habana, Artemisa y Mayabeque, y para la que necesitamos
prepararnos mejor, principalmente cuando esta aboga por incentivar
la producción y desterrar la inoperancia. |
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