Acaba de celebrarse en Caracas el Congreso más trascendente en la
historia de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP),
con valor actual y estratégico, acorde al sueño de sus fundadores
hace treinta y seis años.
La magna asamblea estuvo impregnada de la fuerza combativa de la
Revolución Bolivariana en uno de sus momentos más decisivos, apenas
un mes antes de su victoria más contundente.
Unión antimperialista, defensa a fondo del periodismo
revolucionario, de su ética profesional, fueron constantes en las
intervenciones y acuerdos. Como nunca, los delegados asumieron su
responsabilidad y mostraron la confianza en un futuro donde serán
concretados en forma consciente los sueños de los periodistas
consecuentes en nuestra región.
La FELAP, fundada en México en junio de 1976, tuvo su
convocatoria dos años antes en la capital venezolana por iniciativa
de la Asociación de Periodistas de Venezuela (APV), cumpliendo así
con el llamado de Montevideo en 1951, realizado por las
organizaciones que denunciaron el secuestro imperialista de la
Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) en 1950. En esta ocasión,
volvió la FELAP a sus orígenes, ahora en plena Revolución. Ha
regresado, sobre todo, con los principios fundadores intactos,
prestigio que la hace digna del más hermoso combate dado en la
tierra bolivariana.
Venezuela, por donde hoy cursa la línea caliente entre la mentira
organizada y la verdad pujante de su pueblo, estremeció a los
asistentes al XI Congreso y los hizo mejores en lo político,
profesional y personal. No hay definición mejor para calificar la
grandiosa reunión que considerarla como la hermandad más auténtica
de los que han sido combatientes por el honor de la profesión en
Latinoamérica.
Comienzan nuevos tiempos para la FELAP y serán cercanos a su
refundación, con la seguridad de ser más útiles y merecedores del
aprecio de los pueblos que representan.
De importancia extraordinaria fue la afiliación de Plataforma
Periodística de Venezuela (PPV), organización que acaba de fundarse
como expresión del sentir revolucionario de gran parte de los
periodistas. Desde ahora, la FELAP volverá a tener en sus filas a
profesionales e informadores comunitarios con los principios éticos
de esa función publica, lo que es negado por los grandes
propietarios, convirtiéndola así en la única función que tiene
prohibido ejercerse con ética.
Demostrarán en forma convincente que el verdadero periodismo no
nació con el dinero, sino con las luchas independentistas que ha
acompañado siempre.
¿Acaso fueron distintos los objetivos de las publicaciones
fundadas por Simón Bolívar y José Martí?