SANTIAGO DE CUBA.— El son fue proclamado Patrimonio Cultural de
la Nación en acto que hizo justicia a sus orígenes, su desarrollo y
su presencia tutelar en múltiples aristas de la identidad cubana.
La lectura de la resolución que formalizó lo que todos esperaban
—a cargo de Orlando Vistel, presidente del Instituto Cubano de la
Música— marcó el punto culminante de la velada inaugural del
Festival Matamoros Son 2012, que tuvo lugar en el teatro Heredia de
esta ciudad.
Justo cuando se proclamaban los ya sabidos valores que
fundamentan el carácter patrimonial del complejo músico-danzario más
representativo del ser nacional, la orquesta de Adalberto Álvarez
entregaba a un auditorio menguado pero entusiasta los dones de un
repertorio que ha articulado la tradición con los nuevos desarrollos
del género.
En una maratónica jornada mostraron sus credenciales los septetos
Turquino y Santiaguero, baluartes de la impronta sonera que
caracteriza a la urbe oriental; el maestro Luis Carbonell tocó
hondas sensibilidades al decir, con su estilo irrepetible, los
versos de Nicolás Guillén y una estampa de Félix B. Caignet; y Yaíma
Sáez trajo el aire fresco de las nuevas generaciones emergentes que
respetan y renuevan el son.
La prueba mayor de que el son es patrimonio vivo estuvo en el
fervor con que los santiagueros bailaron y cantaron hasta bien
avanzada la madrugada en diversos espacios de la ciudad.