Automedicación

Tratamiento indebido de las enfermedades

JOSÉ A. DE LA OSA
delaosa@granma.cip.cu

Los problemas relacionados con el uso racional de los medicamentos son mundiales, y Cuba no es una excepción. El mal uso está relacionado con los requerimientos de emplear o no, en determinadas situaciones de salud, la dosis, la frecuencia y el tiempo de tratamiento indicados.

Sin embargo, no nos llevemos a engaño, la automedicación —el uso de medicamentos u otros remedios por iniciativa propia— es una de las formas más utilizadas para el tratamiento de las enfermedades, y con bastante frecuencia se hace caso omiso, por inadvertencia o desconocimiento, a los daños que puede originar a la salud.

En rigor, habría que señalar: ¡Que tire la primera piedra quien no haya ingerido un fármaco recomendado por un vecino, familiar o amigo!

La Organización Mundial de la Salud estima que más de la mitad de los medicamentos se prescriben, dispensan o venden de forma inapropiada, y que un 50 % de los pacientes no los toman adecuadamente. Este empleo incorrecto, precisan los expertos, puede adoptar la forma de un uso excesivo, insuficiente o indebido de fármacos en venta con receta o sin ella.

Entre los problemas frecuentes se citan la polifarmacia, es decir, el consumo de demasiados medicamentos; el uso excesivo de antibióticos e inyecciones, la prescripción no ajustada a directrices clínicas, la automedicación inapropiada.

Dada la importancia capital para la salud del tema que nos ocupa, no resulta casual que uno de los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, el número 157, plantee la necesidad de "continuar propiciando los espacios de educación para evitar la automedicación de la población e implementar otras medidas que coadyuven al uso racional de los medicamentos".

La doctora Dulce María Calvo Barbado, especialista de segundo grado en Farmacología de la Dirección de Medicamentos y Tecnologías del Ministerio de Salud Pública, dijo a Granma que, en correspondencia con el Lineamiento 157, la estrategia por ellos trazada incluye el abordaje de los temas relacionados con la prescripción y la dispensación racional de los fármacos por parte de los profesionales de la salud, y, también, la utilización apropiada de los pacientes. "Ello resulta imprescindible en nuestros empeños", dijo.

Para ello han emprendido sistemáticas acciones en el orden de la comunicación, la educación y la información, con el objetivo de lograr actitudes y conductas acordes con esta problemática.

Estudios realizados en nuestro medio indican que los grupos farmacológicos con los cuales más se automedica la población adulta son los antihipertensivos y los antinflamatorios no esteroideos (AINEs), entre ellos el ibuprofeno, naproxeno, diclofenaco, piroxicam y la indometacina; y los psicofármacos, para combatir el insomnio: diazepam, clorodiazepóxido, nitrazepam y el meprobamato.

Cuando los especialistas aluden al "uso racional" ello implica la obtención de un mejor efecto con el menor número posible de fármacos, durante el periodo más corto y a un costo razonable.

 

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