¿Dónde está la administración?

Freddy Pérez Cabrera

VILLA CLARA.— Dice un viejo proverbio que "cuando el gato no está en casa los ratones andan de fiestas". Muy bien viene la frase a esas personas a las cuales el Estado confía la responsabilidad de administrar sus bienes, pero que nunca o casi nunca están en el lugar indicado.

Visitas recientes de las máximas autoridades del Partido y el Gobierno en la provincia a un grupo de centros del comercio, la gastronomía y otros sectores, descubrieron lo que todos sabíamos, graves violaciones a la legalidad, la higiene y el control de los recursos, asociados a un tema recurrente: la desaparición del administrador o de la persona responsabilizada para suplir su ausencia en momentos claves del proceso productivo o de servicio.

No es la primera vez que esto sucede. Es más, durante años ha sido un fenómeno recurrente. Como "a río revuelto, ganancia de pescadores", tal descontrol es quien genera la especulación, la aparición por doquier de artículos deficitarios que son cobrados al pueblo a altos precios o la venta de productos de muy baja calidad, como el pan nuestro de cada día, a todas luces sin los ingredientes imprescindibles.

Resulta una burla y motivan a la risa las explicaciones ofrecidas por los supuestos administradores, sin explicaciones ante los custodios dormidos, la suciedad, el personal ajeno a las unidades laborando en la misma y centros acabados de inaugurar que ya dan pena.

Abocados como estamos a resolver con inteligencia y sabiduría los grandes retos que tiene ante sí la sociedad cubana, llamada a ser eficiente en el empleo de los escasos recursos disponibles, resulta inadmisible que fenómenos tan nocivos continúen proliferando ante nuestras narices.

Me pregunto qué tipo de administradores tenemos y cuál es el sistema de control implantado por algunos organismos, para que deba venir un funcionario de mayor rango o una verificación fiscal a descubrirle las deficiencias.

Mientras esto suceda, continuaremos cebando los bolsillos de unos cuantos "burgueses de nuevo tipo" quienes, amparados en el descontrol, roban, adquieren bienes, corrompen, sobornan¼ y la mayoría paga las consecuencias de tanta ineficiencia.

¿Será que realmente no se sienten responsables de su centro de trabajo y de la custodia de los recursos bajo su mando, como hemos repetido hasta el cansancio, o que existe alguna confabulación en la que todos participan?

Como escribió un destacado escritor de los años 80, la vida resolverá la discusión.

 

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