La renuncia del director de Inteligencia Nacional (DNI) de
Estados Unidos, Dennis Blair, abre el debate sobre la pertinencia
del cargo creado en 2004 a raíz del fiasco de las armas de
destrucción masiva que supuestamente tenía Iraq, reporta Prensa
Latina.
Inaugurado por un tenebroso personaje vinculado a la represión de
los movimientos populares en Centroamérica, John D. Negroponte, el
puesto nunca colmó las expectativas de reunir y controlar la
información de varias agencias del espionaje en el país.
Surgida bajo la presidencia de George W. Bush y la efervescencia
de su presunta lucha contra el terrorismo, la DNI coordina el
trabajo de 16 agencias de inteligencia que dan trabajo a unas 200
mil personas con un presupuesto de 75 mil millones de dólares.
En los últimos meses, Blair, un almirante jubilado, fue duramente
cuestionado por su gestión tras recientes atentados fallidos en
Detroit y Nueva York.
La víspera, una declaración del funcionario precisa que con
profundo pesar informó al presidente Barack Obama que abandonará el
cargo el próximo viernes 28 de mayo para convertirse en el primer
alto funcionario en alejarse de su puesto.
Según fuentes de crédito su salida estaba marcada tras hecho que
pusieron en tela de juicio la competencia del servicio de
inteligencia estadounidense, entre estos los atentados fallidos en
un avión en Navidad y el incidente de Times Square el 1 de mayo.
La renuncia coincide con una etapa compleja donde los servicios
secretos estadounidenses son puestos a prueba ante el presunto
surgimiento de amenazas a objetivos norteamericanos en el mundo.
Una reciente visita del el jefe de la CIA, Leon Panetta, y el
consejero para la Seguridad Nacional, Jim Jones, a Paquistán es
vinculada a previsibles acciones de talibanes de ese país contra
Estados Unidos, y vista como un ejemplo de la falta de liderazgo de
Blair.