Ocho activistas desplegaron una bandera con el logo verde,
amarillo y blanco de la compañía manchado de negro, simbolizando el
vertido provocado por la explosión y posterior hundimiento de la
plataforma petrolera Deepwater Horizon.
Uno de los escaladores, Ben Stewart, de 36 años, subrayó que "el
vertido de petróleo en el Golfo de México se originó por decisiones
tomadas en este edificio" de la capital británica.
Mientras, al cumplirse un mes exacto de la explosión de la
plataforma, el vertido incontrolado sigue extendiéndose. Hoy llegó a
los humedales del delta del río Mississippi, en Louisiana, y, según
confirma la Guardia Costera, se incorporó ya a una potente corriente
que lo arrastra en dirección al sur de la Florida.
"Hemos visto ya importantes cantidades de petróleo acumulado en
los humedales", dijo el gobernador de Louisiana, Bobby Jindal, en
conferencia de prensa ayer por la noche. "Ya no se puede decir que
el petróleo sea solo un pronóstico o que esté a millas de nuestra
costa. El petróleo está aquí, en nuestras costas y en nuestros
pantanos".
Según la Administración Nacional Atmosférica y Oceánica, hay ya
54 kilómetros de costas en Louisiana manchados de crudo. Esa misma
agencia confirmó en un comunicado que "una pequeña porción" del
vertido está siendo ya arrastrada por la Corriente del Lazo, que
discurre desde la península de Yucatán a los cayos de la Florida.
Desde el momento de su incorporación en esa corriente, la mancha
puede llegar al sur de la Florida en 10 días.
Hasta ahora, al menos 22,7 millones de litros de crudo se han
derramado en el Golfo, según AP.
El secretario del Interior, Ken Salazar, adelantó cambios
concretos a los que someterá a su Departamento para rectificar
errores de procedimiento en la concesión y supervisión de
perforaciones petrolíferas. Entre ellos la eliminación total de la
Agencia de Gestión Minera, que, según el presidente Barack Obama,
tiene una "relación muy íntima" con las petroleras.
Acorralada, sin un plan concreto para atajar el vertido, BP va a
intentar, por tercera vez, taponar las dos fisuras que quedan
abiertas con una mezcla de lodo y cemento, que inyectará sobre la
perforación por la que emana el crudo, técnica que tampoco se ha
probado a 1,5 kilómetros de profundidad.