El
Encuentro del laúd, el tres y el cuatro, familia de los
cordófonos más populares de la región caribeña y de amplio uso en la
música campesina, coronó una noche de festejos en el marco de
Cubadisco 2010, con todos los participantes descargando al ritmo de
Capullito de alelí, de Rafael Hernández.
Pancho
Amat con su Cabildo del Son y su elocuente estribillo Busque su
pareja/ que llegó el tresero y Son para mi abuelo, trazó
las pautas que seguirían dando lustre a la velada efectuada en la
sala Covarrubias del Teatro Nacional.
Contó que su abuelo canario, en su natal Güira de Melena, le dio
lecciones de patriotismo. Los canarios, con sus conjuntos de
bandurrias para acompañar sus isas, folías y otros
ritmos de los que se nutrió el punto cubano, contribuyeron a la
forja de nuestra identidad.
Si el tres manda en las manos de Pancho, el cuatro ejerce su
imperio en las del maestro puertorriqueño Edwin Colón Zayas, quien
junta virtuosismo con candentes ideas musicales. Su presencia entre
nosotros siempre deja una estela sensacional, como lo hizo esta vez
en su versión de la danza La comparsa, de Lecuona.
De la Isla del Encanto llegaron otros valiosos exponentes, como
el grupo Mapeyé, bastión de las tradiciones siempre renovadas del
pueblo boricua, y Antonio Cabán, el Topo. Este trajo a la actualidad
el tema Antonia, que escribió hace cuatro décadas ante una
huelga estudiantil como la que ahora protagonizan contra las medidas
neoliberales los alumnos de la Universidad de Puerto Rico.
Llamativas fueron también las actuaciones de Ángel Martínez y su
Ensemble 4x4, y la del grupo Pentacorde (integrado por miembros de
la Orquesta Sinfónica Juvenil de Venezuela). Este último acompañó a
Javier Perry (cuatro y al frente del grupo), Ismael Querales (laúd)
y al buen tenor Tito Imbert, entre otros.
Ciro Benemelis, presidente del evento, entregó a Mapeyé y a
Pancho el Premio de Honor Cubadisco.