Adolfo
Guzmán pasó por la vida dejando el grato recuerdo de su sencillez y
descollante talento musical, y de quien abrazó las ideas más
progresistas de su pueblo y a partir de enero de 1959, fiel a su
trayectoria, se puso al servicio de la Revolución triunfante. Este
mayo hubiera cumplido 90 años.
Fue
el primer presidente del Instituto Cubano de Derechos Musicales,
creado en 1960 por el Gobierno Revolucionario; y organizó, junto a
Isolina Carillo, el Coro Gigante de la Central de Trabajadores de
Cuba (CTC).
Adolfo José Guzmán González (La Habana, 13 de mayo de 1920–10 de
julio de 1976) creció, según sus propias confesiones, apegado a la
música que le ofrecía su entorno, y son esas esencias las que
pueblan sus composiciones.
A los ocho años de edad comenzó sus estudios de piano, inicio de
una sólida formación, lo que le permitió, en 1937 ser pianista
acompañante del conjunto argentino Los Románticos Gauchos, así como
del cantante Alberto Gómez (con el que viajó a República
Dominicana), Libertad Lamarque y otras figuras que valoraban sus
conocimientos de la música rioplatense, otra de sus pasiones.
Director musical de la Emisora Mil Diez (del Partido Socialista
Popular), trascendió además, por liderar importantes agrupaciones,
como la popular Orquesta Riverside. En la gira que esta hizo a
Estados Unidos en 1958, no pudo ir, pues el gobierno de ese país le
negó la entrada por sus ideas comunistas.
Cultivó un estilo de música de intenso y fino lirismo. Entre sus
canciones se cuentan Profecía, No puedo ser feliz,
No es posible querer tanto y Libre de pecado, También
escribió un Concierto para piano y orquesta; el ballet
Maleficio; el himno Che Guevara, querido maestro (1967) y
la marcha La victoria de Viet Nam (1973).
De Guzmán se pudieran mencionar otras muchas virtudes que
mantienen permanente vigencia. Los que tuvimos la suerte de
conocerlo y trabajar con él no podemos soslayar el raro privilegio
de saberlo poseedor de un "oído absoluto", el cual le permitía
detectar hasta el más mínimo desafinado cromático. Cuando sus
compañeros de la Orquesta del Canal 4 le lanzaban una moneda al aire
preguntándole qué sonido había producido al caer, respondía como
algo natural la nota exacta.