Holguín.—
Hay dos cooperativistas en el municipio de Gibara que están
revolucionando la manera de alcanzar altos resultados en la
producción porcina.
Para que se tenga una idea: en el año 2009 el territorio gibareño
consumió 208 toneladas de carne de cerdo en la gestión estatal para
las actividades comerciales y gastronómicas, pero solamente estos
dos sobresalientes productores en el territorio le aportaron al
Estado casi 250 toneladas en el año.
Cuando uno llega a la zona de Uñas se encuentra con que Alberto
Rodríguez González le revela que "trabajaría 100 horas si el día las
tuviera". Entonces comprende por qué este campesino asociado a la
Cooperativa de Créditos y Servicios Manuel Osorio fue quien más
carne de cerdo entregó en la provincia en el 2009 entre los
productores acogidos a los convenios con el Estado en la rama
porcina.
Sin rodeos, como acostumbra a decir las cosas, explica que las
142,7 toneladas que aportó son el resultado del buen manejo de la
masa animal, a la que no le falta la comida en ningún instante.
Para comprobarlo basta ver el buen estado de los 1 000 cerdos que
cría en dos naves. Clasificados en la categoría de preceba, los
recibió el 14 de enero, con un peso promedio de 20 kilogramos, y
menos de un mes después cada ejemplar había aumentado unos 12.
Ni un gramo de pienso industrial se ha empleado en la exigente
tarea de alimentarlos, porque la mayoría de lo que consumen se
obtiene en las 10,5 hectáreas de tierra que explota Alberto, de las
cuales 6,6 las recibió en usufructo en el 2009.
La Empresa Porcina garantiza una parte del pienso de las
reproductoras incluidas en un convenio diferente al de preceba, pero
todo lo otro que comen también sale de la tierra que aquí emplean
sabiamente.
"El año pasado —confirma— obtuve en dos cosechas 389 quintales de
frijol soya, de los cuales dejé 20 para semilla. El resto fue
tostado para eliminar las toxinas y se mezcló con yogurt de yuca."
Sin embargo, este año comenzó a emplear la soya como masa verde.
Del campo de cultivo (1,8 hectáreas), saca cada día más de 1 000
kilogramos y los lleva a las naves, donde los animales se los
disputan. "Constantemente resembramos los surcos, para que no
falte", aclara en plural, porque se ha percatado que debe compartir
el protagonismo con los otros nueve trabajadores que le acompañan en
las duras faenas diarias.
La yuca, de la variedad IY-4, está plantada en poco más de 6
hectáreas, cada una de la cuales promedia 1 200 quintales. Los
cerdos la consumen seca (en trozos) y en yogurt. De este último
producto hicieron 70 toneladas a finales del 2008.
"También usamos el bejuco de boniato, y dentro de unos meses
incorporaremos el plátano burro o fongo, porque de ese cultivo se
emplea todo. El objetivo es dejar que maduren los racimos, así
tenemos como comida los frutos y el tallo, que es muy bueno para el
proceso de digestión de los animales. Además, mientras crece la
planta principal, los hijos que arrancamos incrementan la masa
verde", declara.
Al afrecho húmedo y a algunos elementos proteicos (huesos y
subproductos provenientes de mataderos), que garantiza la Empresa
Porcina, le adicionan soya, así como otros alimentos logrados con
esfuerzos propios.
De esa forma, disponen de una modalidad de pienso que puede ser
líquido o sólido. Por ejemplo, las crías próximas al destete
consumen un alimento elaborado según esa variante, con lo cual los
animalitos van asimilando poco a poco la comida que definitivamente
los sostendrá una vez separados de las madres.
Alberto anhela obtener en usufructo un poco más de tierra, no
importa si es lejos de esta finca. Considera que la harán producir
con buenos rendimientos y siempre tendrán la forma de traer los
productos cosechados.
Así lo afirma otro joven socio de la CCS Manuel Osorio. Se trata
de Eduardo Enrique González Betancourt, quien entregó el año pasado
106,2 toneladas de carne de cerdo.
Tiene en usufructo 5,8 hectáreas que colindan con las 5 hectáreas
del suegro, sumadas igualmente a la producción de alimento para los
animales. Además, con la autorización correspondiente, emplea otras
12 de un vecino, en las que tiene la mayor plantación de yuca.
Al igual que su amigo Alberto, fabrica yogurt con esta vianda. En
el 2009 logró 3 000 quintales (es así como mide sus producciones). Y
comparte a gusto el método de preparación: por cada quintal de masa
molida, añade un litro de yogurt de soya o de leche, o suero de
leche, y agua en cantidades suficientes. Luego se deja por varias
semanas hasta que sale una pasta que gusta mucho a los cerdos.
"A finales del 2009 —expresa— hice lo mismo con boniato.
Enseguida que Acopio me comunicó que podía entregarme lo que se
estaba perdiendo en los almacenes, les dije: vengan para acá. Yo
casi perdí la cuenta de los quintales molidos, pero ahí está otro
tipo de yogurt, que se puede ligar en las proporciones adecuadas con
yuca, afrecho, levadura o pienso industrial.
En la dieta de sus animales tampoco falta la soya, pero está
preocupado, porque de no regar el área plantada (8 hectáreas), podrá
perderla. Tiene la turbina para extraer el agua de un río cercano, y
los tubos para conducirla hasta los surcos, pero faltan los
transformadores de la red eléctrica, prometidos más de una vez.
A causa de los daños de la sequía, acordó con la Empresa Porcina
recibir pienso (en las cantidades que permite el convenio) para la
mitad de los 1 000 cerdos tomados en preceba. Sin embargo, está
seguro de que garantizará la otra parte de la comida para ellos, así
como para los 500 restantes.
Por supuesto, la garantía de alimentos incluye a las hembras
contempladas en el convenio específico para reproductoras, además de
todas las otras que cría.
Los once hombres que trabajan conmigo, afirma, ni pierden el
tiempo, ni la menor oportunidad en el esfuerzo por producir con
eficiencia de lunes a domingo, sin excepción. "Aquí está la esencia
de no tenerle miedo al trabajo duro".
¡ATENCIÓN!
Alberto y Eduardo declaran que cada uno puede entregar 200
toneladas de carne de cerdo este año. Y como están seguros de que
Miguel Saín (el hombre que más admiran por ser el maestro de ambos),
aportará más de 100, entre los tres impondrán un nuevo y necesario
récord productivo.
De la consagración y la osadía de estos hombres se seguirá
hablando.