Análisis de la 45 Serie (3 )

Para seguir siendo una potencia mundial

SIGFREDO BARROS
sigfredo.bs@granma.cip.cu 

Lo que m—s llamó la atención de todos los que asistimos al Primer Cl—sico Mundial fue el respeto hacia nuestros peloteros, demostrado en infinidad de ocasiones por las estrellas de Grandes Ligas agrupadas en poderosas selecciones como las de República Dominicana, Venezuela y Puerto Rico, trío que cayó ante el empuje de los peloteros cubanos.

Japón impuso su velocidad en bases. 

Lo anterior no fue obra de la casualidad, sino el resultado de contundentes triunfos en Juegos Olímpicos, Copas del Mundo, Juegos Panamericanos y Centroamericanos y del Caribe, por citar solo cuatro torneos. Nuestros jugadores han demostrado calidad en cada presentación, en cada salida, y de ahí la admiración mundial.

Por consiguiente, estamos obligados a mantener esa bien ganada supremacía. Y eso solo podr— lograrse en la medida en que seamos capaces de reflexionar acerca de las deficiencias, con el —nimo de tomar medidas tendientes a superarlas y avanzar hacia el camino de la excelencia.

EL PITCHEO: FALTA ESTRATEGIA

Nuestro béisbol est— urgido de resolver tres problemas con el pitcheo:

1)- La protección de los lanzadores.

2)- La especialización (abridores, relevistas y cerradores).

3)- El trabajo con los lanzadores para la concentración (pensamiento t—ctico-técnico) y control.

En los últimos torneos internacionales ganados por Cuba salta a la vista que generalmente dependemos de dos lanzadores para enfrentar los juegos cruciales, ll—mese Palma en Atenas, Danny Betancourt en Holanda o Yadel Martí en el Cl—sico, con Pedro Luis Lazo como relevista. Este formato es, a todas luces, insuficiente.

Foto: RICARDO LÓPEZ HEVIANuestros abridores no pueden ser también relevistas y cerradores.

Soy de la opinión de que estamos en un momento feliz, con infinidad de talento joven: Luis Borroto, Alberto Soto, Yadier Pedroso, Deinys Suárez, Frank Montieth, Israel Soto, ninguno de los cuales sobrepasa los 24 años. Pero estos brazos no pueden soportar un trabajo excesivo. Y si en la Serie Nacional existe una regulación que limita a 125 los lanzamientos por juego, en los play off desaparece, al extremo de ver a serpentineros tirar hacia el plato, 130, 140 y hasta más de 150 pelotas.

En más de una ocasión hemos oído a un mentor o a un entrenador de pitcheo afirmar que "aquí todo el mundo está listo para abrir o relevar". Craso error, pues en el béisbol moderno hace ya un buen rato los pitchers se han especializado en abrir, relevar o cerrar. Por lo tanto, no va a quedar más remedio que extender la limitación de lanzamientos a los play off y analizar la conveniencia de reducir los 125 envíos vigentes hasta hoy. De lo contrario, seguiremos sin ver a un Yadel Martí en una final, debido a una lesión por exceso de trabajo, por solo citar un ejemplo.

Y, además, serviría para impregnar en los lanzadores la necesidad de buscar una mayor eficiencia en sus envíos que lo mantenga la mayor cantidad de tiempo posible en el montículo.

Por supuesto, el mal hay que atajarlo desde la base, cuando los entrenadores interioricen la necesidad de la especialización, provincia por provincia. Las estadísticas están a la vista: más de la mitad de los cuerpos de pitcheo de la pasada Serie exhiben mejores promedios entre los abridores que entre los relevistas. Es decir, la mal llamada "segunda línea" no funcionó.

No puedo pasar por alto un mal muy extendido entre los lanzadores cubanos: la competencia contra el velocímetro. En más de una ocasión he oído preguntar: ¿A cuanto tiré?, extremando la importancia de la velocidad y subestimando un arma fundamental del pitcheo, el control. Un excelente pitcher de Grandes Ligas expresó en una ocasión que la ciencia del pitcheo era saber tirar strikes que parezcan bolas y bolas que parezcan strikes. Dicho de otra forma, trabajar la "zona de duda", sin entregar nada por el centro del home. Fue un mal del cual padecimos en el Clásico: o se tira por el medio del plato o se lanza una pelota a la cual nadie le va a tirar, por demasiado alejada. De nada sirve una recta a 95 millas, si no viene acompañada después por un buen rompimiento para sacar de balance al bateador.

MEJORAR LA TÁCTICA: UN RECLAMO

El béisbol cubano llamó la atención en el Clásico por la velocidad de sus jugadores y la entrega en cada partido. Con estos dos elementos —unidos a una ofensiva que respondió en los momentos clave—, se consiguió lo que los escépticos no esperaban: llegar a la final.

Fue toda una hazaña. Pero si queremos repetirla dentro de tres años, además de retener el título de campeones olímpicos en Beijing, necesitamos una mejoría ostensible en diversos aspectos tácticos, pues la fuerza ofensiva se ha reducido con la implantación del bate de madera. Ya no se puede jugar al batazo, sobre todo frente a lanzadores de talla universal, conocedores de su oficio.

Pero, ¿utilizamos con todo rigor el toque de bola y el robo de bases, dos de las máximas expresiones de la táctica ofensiva? En la recién finalizada 45 Serie se estafaron 620 almohadillas en 717 partidos, a 0.86 de promedio, o sea, menos de un robo por juego. Los toques de bola fueron 726, a 1.16, uno y fracción por partido.

Si a esta escasa utilización de dos armas ofensivas se une que, en ocasiones, se cierra el cuadro antes de tiempo, en el primer tercio del juego, y virtualmente ha desaparecido el squeeze play (o se utiliza erróneamente), además de que nuestros bateadores esperan demasiado en conteos favorables, resulta evidente que tenemos que mejorar tácticamente.

La Escuela Cubana de Béisbol (el término no es nuevo, se acuñó hace años) no puede dormirse en los laureles. Contamos con un buen relevo, pues por primera vez somos monarcas mundiales en las categorías de 15-16 y juvenil (hasta 18 años) al mismo tiempo, gracias al talento de nuestros atletas y al trabajo denodado de los técnicos en todas las provincias. Pero estos técnicos necesitan superación, estar al día de los continuos cambios en los métodos de preparación y enseñanza de los fundamentos.

No se trata de buscar fórmulas mágicas ni quizás cambiar estructuras (la actual ha resistido la prueba del tiempo y mantiene la expectación), sino de meditar en cuál debe de ser la estrategia futura, para seguir siendo una potencia beisbolera mundial, respetada por todos.

Necesitamos establecer medidas para lograrlo. Beijing y el Segundo Clásico constituirán dos pruebas exigentes. Y están a la vuelta de la esquina.

Análisis de la 45 Serie (1)

Análisis de la 45 Serie (2)

Análisis de la 45 Serie (4 y final)

 

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