El camino hacia el
futuro andará con su cofia blanca y negra
Compañero Raúl,
Estimados amigos de la
Dirección del Gobierno, del Partido, de las organizaciones de masas
cubanas,
Colegas diplomáticos,
Queridos estudiantes, y
amigos y hermanos palestinos que están con nosotros hoy,
Estimados amigos,
queridos todos:
En
mis primeras palabras debo decir —porque me nace del fondo del
corazón—, que los cubanos sienten la ausencia de Arafat como la
de un hermano entrañable, como la de un compañero de trinchera que
ha caído en la avanzada hacia un mundo mejor.
Apenas amaneció y de
manera ininterrumpida los palestinos que residimos en Cuba hemos
sentido el calor, el sentimiento y la tristeza de todo el pueblo. Mi
agradecimiento a los colegas diplomáticos y amigos extranjeros que
tuvieron la nobleza de expresar su pésame.
Debo decir que jamás
cruzó por mi mente que tendría que pronunciar unas palabras tan
amargas. De Arafat no podremos nunca hablar en pasado; él no solo
es presente sino que tiene asegurado el futuro junto a su pueblo.
Hoy, cuando la certeza
de su partida nos golpea a todos, nos vienen a la cabeza momentos
inolvidables, que habrán de acompañarnos mientras vivamos y que
tenemos el deber de transmitir a las nuevas generaciones que no
podrán conocer directamente la altura moral, el talento, las dotes
de dirigente, la dignidad, el coraje y la bravura que caracterizaron
a mi comandante Yasser Arafat.
El enemigo no puede
cantar victoria porque dejara de respirar el padre de los
palestinos. Su corazón seguirá latiendo en todos los luchadores
por la independencia y la soberanía de nuestra amada tierra. La
causa por la que vivió vivirá y la causa por la que murió,
vivirá eternamente.
Desde hace más de tres
años la situación personal de Arafat —y la de nuestra patria—,
se volvió más y más difícil. Un cerco de muerte se tejió a su
alrededor en el vano intento de doblegarlo. Cuando el enemigo
pensaba que lo debilitaba con sus brutales acciones, él se hacía
más fuerte.
El camino de estos
últimos años comenzó en el 2000, cuando el entonces presidente
Bill Clinton lo invitara a su finca de Camp David. Pretendían los
yankis y los sionistas doblegar a Arafat, haciéndole firmar un plan
de paz miserable, que solo beneficiaba los intereses de los
ocupantes. Con toda serenidad Arafaf lo rechazó con energía y
fracasó el intento de humillar al pueblo palestino.
El enemigo supo ese día
que no era posible negociar sobre la base del atropello y la
imposición, y decidieron aniquilar al líder que no pudieron
doblegar.
Un año después el
sionismo fascista destruyó los helicópteros que usaba nuestro
Presidente para moverse de un sitio a otro y quedó encerrado en su
cuartel general. En el 2002 fue declarado como enemigo de Israel.
Los ocupantes ilegales de la tierra palestina amenazaban con
expulsar de su sagrado suelo al legítimo presidente del Estado
Palestino.
No se dejó amedrentar.
Ante la soberbia sionista, sustentada por Estados Unidos, Arafat
contestó como un puño cerrado: "Me quieren muerto o expulsado. Yo
contesto: mártir, mártir, mártir".
Y mártir ha sido.
Muerto en condiciones aún no aclaradas, es hoy no solo un héroe,
sino también un mártir de la causa de la libertad.
Recuerdo que hace muy
pocas semanas estuve con él, luego de muchos años en que por
razones de trabajo no pudimos conversar largamente.
Tenía sobre su mesa de
trabajo un mapa de Cuba y seguía la trayectoria del ciclón Iván
que se desplazaba paralelo a todo el sur del archipiélago cubano.
Entre tantos documentos
importantes, aquel pequeño mapa se me antojaba como un símbolo de
su preocupación por sus amigos, de su constante inquietud por lo
que pudiera suceder en la hermana isla del Caribe, asediada como
Palestina, bloqueada como Palestina.
Pocos días después lo
visité para despedirme. No podía siquiera imaginar que este sería
nuestro último encuentro. Con palabras tiernas me deseó un feliz
regreso, me alcanzó un pequeño dulce con el comentario de que
debía endulzarme el largo viaje, y extendió sus dos manos hacia
mí. Me estrechó con fuerza y pronunció las últimas palabras que
le oí decir:
—Dile
a Fidel que recé mucho para que Iván no los tocara.
No olvidaré el brillo
de sus ojos al pensar en su amigo Fidel. Ayer, leía el mensaje de
duelo de Fidel y sus recuerdos de las muchas ocasiones que
compartieron juntos. Cinco veces visitó Cuba entre 1974 y el 2000,
pero son incontables los abrazos y las largas conversaciones que
sostuvieron en Cumbres de No Alineados, en Naciones Unidas y en
muchos otros escenarios a donde los condujeron las luchas
políticas. Ambos se profesaban admiración, cariño y amistad
inquebrantable y eterna.
Cuando se escriba la
historia de los luchadores por la libertad, de los combatientes
contra el fascismo, el imperialismo, y el terrorismo, ahí estará
en letras indelebles el nombre de Yasser Arafat.
Hoy solo arriamos la
bandera en señal de duelo como un símbolo, porque en verdad, las
banderas de combate revolucionarias suben a lo más alto del asta,
para flamear como un grito de victoria.
Arafat sigue encabezando
la lucha por la soberanía del Estado Palestino. Ni un solo hombre o
mujer, ni niño ni anciano claudicará en el empeño de hacer la
patria libre.
Hay llanto sí, en los
corazones y en los ojos, pero no son lágrimas de flaqueza, sino
lágrimas erguidas, lágrimas de dolor, porque ahora el llanto libra
batallas, y el dolor se transforma en una nueva arma de batalla.
Arafat ahora es ejemplo,
es símbolo, es espíritu, es energía, es camino alto, es aurora de
nuevos días por venir.
Un escritor
norteamericano, Ernest Hemingway, fraterno amigo de Cuba y de las
causas justas del mundo, decía que un hombre puede ser destruido
pero jamás vencido. Yasser Arafat encarnó como nadie a ese
arquetipo humano. Perseguido, acosado, amenazado de muerte,
traicionado, difamado, mantuvo la cabeza en alto. Toda la fuerza de
un imperio y del fascismo sionista no pudieron vencerlo. Ahora
tampoco podrán vencer su espectro victorioso. Aun muerto es un
vencedor.
Arafat es libre de sus
carceleros. Ya no podrán retenerlo en la Muqataa, ahora pertenece
al porvenir y el porvenir de Palestina no tiene rejas ni cárceles.
Ahora anda a paso ligero con los otros mártires, con los luchadores
que cayeron antes o los que caerán después; anda por las calles de
Jerusalén, de Gaza, de Haifa, de Nazaret, tras los pasos de
Jesucristo y de Mahoma; ahora es uno más en el pueblo, porque ahora
es pueblo, todo niño, todo hombre, todo anciano es él; todo
palestino y palestinas es él.
Ahora la palabra
libertad tendrá su nombre; y la palabra sueño y esperanza tendrá
su nombre y el camino hacia el futuro andará con su cofia blanca y
negra. El camino será largo y difícil y nos esperan nuevas
tristezas y amarguras, pero sabemos que nos pertenece el futuro y
que lo conquistaremos.
Gloria eterna a Yasser
Arafat.
Apoyo solidario de Cuba al pueblo palestino
Condolencias
en Santiago
Nada ni nadie podrán hacer desaparecer el ejemplo y el
pensamiento de Arafat
Efectúan sepelio de Arafat
en medio del dolor de su pueblo
La
Mukata, de fuerte británico a cuartel general de Arafat
Firma Fidel libro de condolencias por la muerte de Arafat
Sensible pérdida para la batalla que libran los pueblos árabes
Decretan duelo oficial por fallecimiento de Arafat
Abierto
libro de condolencias en la Embajada del Estado de Palestina
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