ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
La literatura para niños no tiene por qué obviar los temas, opina Luis Carlos. Foto: Rafael Martínez

Granma.–Hay una magia particular en quien descubre su vocación entre las páginas de un libro. Para el manzanillero Luis Carlos Suárez Reyes, el interés por cultivar la palabra comenzó en la infancia, con la lectura voraz de Robinson Crusoe, obra que lo inspiró a construir sus propias islas literarias y a incursionar en el vasto territorio de la narrativa y de la poesía.

Su formación en este mundo no transitó por los talleres literarios convencionales, sino por la Universidad de Oriente, donde estudió Letras, y por la experiencia vital que lo llevó a trabajar en la edición de la revista Santiago.

Este desafío lo asumió con determinación y allí aprendió la humildad del oficio, entrevistando a figuras como Onelio Jorge Cardoso, cuyos testimonios quedarían recogidos en Conversación con el cuentero, publicación que realizó junto a Isabel Taquechel; y que, además, recogió el primer capítulo de la entonces inédita novela Negrita.

De Cardoso aprendió que el oficio del escritor se asemeja al del carpintero: así como este debe conocer las maderas con que trabaja, el escritor debe dominar las palabras.

Su debut literario se produjo en el Concurso Nacional de Talleres de 1981, con una fábula entre un tiburón y un cangrejo que posteriormente tendría versiones teatrales. No obstante, la obra que le concedió reconocimiento nacional fue Claro de luna, un cuento infantil lleno de magia que, según consta en el tercer tomo de la Historia de la Literatura Cubana, lo sitúa como uno de los iniciadores de la vertiente de renovación social en la literatura infantil cubana.

Antes de esta obra, temas como el divorcio, la violencia familiar y la prostitución eran considerados tabúes en la literatura para niños. El libro, con dos ediciones y adaptaciones teatrales en Cuba y Colombia, refleja su convicción de que «la literatura para niños no tiene por qué obviar los temas. Lo que hay es que saber trabajarlos».

Esa divisa ha centrado su vida creativa, con títulos como La loma de los gatos, El capitán de las arenas, El caballero de los pájaros, El muchacho del chaleco negro y Las ratas del paraíso, esta última considerada una de las primeras novelas policíacas infantiles en la provincia.

Si su pluma fue el cauce, las editoriales territoriales constituyeron la tierra en la que  sus obras echaron raíces. A 25 años de su fundación, Suárez Reyes valora su papel: «Para mí han constituido una bendición. No solamente sacan a la luz autores e incorporan nuevos libros, sino que contribuyen a la formación de una cultura editorial que aquí no se tenía. Crean diseñadores, editores, ilustradores... Un escritor trabaja para publicar, y empiezan por ahí, pero tienen junto a ello concursos, como La Puerta de Papel, y crean todo un esquema para propiciar la creación literaria».

Ejemplo de ello es El caballero de los pájaros, libro que regresó en una segunda edición gracias a Ediciones Orto, y que se presentó recientemente en el espacio Sábado del Libro, en La Habana. La obra funciona como metáfora de la identidad y habla de amistades verdaderas, «firmes como las rocas», y ha consolidado a Luis Carlos Suárez Reyes entre las voces más significativas de la literatura cubana dirigida a niños, adolescentes y jóvenes.

Él sigue creyendo que la literatura es para todos y no discrimina, solo necesita encontrar tierra fértil y jardineros dispuestos a hacerla florecer.

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