ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
El Centro Provincial de Artes Plásticas y Diseño de La Habana se cuenta entre los espacios esenciales para el arte contemporáneo de la Isla. Foto: Rafael Mena Brito

Como un hecho devenido costumbre, los segundos martes de cada mes el Centro Provincial de Artes Plásticas y Diseño de La Habana inaugura exposiciones transitorias en sus instalaciones.

En ocasiones, y según la cantidad de obras, es posible que un solo artista ocupe las tres salas de la instalación, pero este mes fueron tres muestras las inauguradas en la Galería Oficios y Luz, como también se le conoce a la institución; que además de promover las artes visuales, asesora el trabajo de las 15 galerías municipales de la capital.

Quizá para los jóvenes sea un honor iniciar sus andares pictóricos en un sitio en el que, en algún momento, también expusieron importantes figuras de la plástica cubana. A ese sentir se sumó un recién graduado de la Academia de San Alejandro, Pablo de Lázaro González, con la muestra Prólogo: proyecto que discursa sobre temas como los entresijos del oficio plástico, los recuerdos, los sueños y las búsquedas al interior del alma.

Tales tópicos podrían parecer pretenciosos en un joven de tan solo 20 años, pues no pocos consideran que a esa edad apenas se comienza vivir, pero él demuestra que sus ideas son auténticas:

«Mi inspiración es variada, todo parte desde una perspectiva autorreferencial e intimista. Yo paso mucho tiempo encerrado en mi mente y de ahí saco ideas muy interesantes».

A Pablo le apasionan los libros físicos y por eso decidió discursar en su obra –además de en otras manifestaciones como el grabado, la pintura y el collage– con el libro-arte: pieza creada manualmente por los artistas, que combina literatura y visualidad, y cuenta una historia única, tanto en contenido como en forma.

El joven artista se regocija en poner a disposición del público este tipo de obras (las cuales suelen ser ediciones limitadas y, a veces, contienen una sola copia), pues su deseo es que interactúen con sus creaciones:

«El libro-arte busca la cercanía, que las personas sientan curiosidad por ver la obra, la investiguen y se enamoren de ella. Aquí hay que palpar, hojear e intimar. No pido más por parte del espectador».

Esa devoción logró que Prólogo fuese el nombre representativo de su inicio como artista, porque reveló que este constituye el primero de futuros capítulos expositivos suyos.

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De la autoría de Arturo Blas Fariñas de Dios, quien además funge como subdirector de la mencionada galería, llegó la exposición Lógica vulnerable, con un total de 14 piezas que poseen un recurso en común: payasos.

Sobre la base de la intensidad de los colores primarios al óleo, Fariñas repite tonos, figuraciones y elementos unidos en un mismo discurso visual que nos invita a cuestionarnos: ¿Qué esconden los individuos detrás de las sonrisas, las risas forzadas y las máscaras?

Sus obras atacan al color intensamente, pero él lo justifica desde la óptica de mostrar las diversas realidades sociales que nos aquejan. Al respecto, señaló que otra de las imágenes que más le gustó utilizar fueron los peces, «como un recurso de nobleza, para demostrar que la libertad reside en que podemos fluir entre las dificultades y salir hacia adelante en la vida».

Es una exposición, expresó, que le ayudó a sentir y percibir la vida de forma diferente, convergiendo en el valor de intentar cosas nuevas sujetas a inquietudes desafiantes; en las que cada pieza, por separado, le representó un sistema de posibilidades y luchas.

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Todos juntos es el nombre de la tercera y última muestra, que, en palabras de su curadora Chris Tamayo Valdés, encarna uno de los principios fundacionales de la institución: ser un punto de encuentro en el cual confluyen trayectorias diversas.

Ese cruce de caminos, acotó, ha generado vínculos afectivos y colaboraciones que enriquecen el panorama cultural del centro, consolidándolo como un espacio vivo de intercambio y creación.

Los 22 artistas participantes y sus 45 obras, en disímiles manifestaciones y tamaños, construyen una cartografía afectiva que revela, en la diversidad de miradas e inquietudes creativas, los lazos invisibles que unen a la comunidad artística.

Llaman la atención los óleos de Javier Cruz López y Pady Hill Pupo, por el uso de los tonos cálidos y la precisión de la técnica. Asimismo, otra propuesta interesante fue la de Ricardo López Drago, que trabajó el pincel sobre billetes en desuso y abordó temas cotidianos en esas intervenciones, con cierta agudeza crítica.

La diversidad es un concepto muy amplio, y lograr un balance visual, en obras cuyo discurso es independiente, no es una tarea baladí. «Todos juntos: todos con sus diferentes visiones de trabajar las artes visuales, para que las piezas dialoguen desde sus contrastes y afinidades», comentó la curadora.

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