
Manzanillo, Granma-.Amaury de Jesús Palacio Puebla, pintor manzanillero reconocido por su rigor histórico y estilo realista, asumió el desafío de crear un retrato ecuestre de José Martí que formará parte del montaje museográfico en el Memorial de Dos Ríos.
En intercambio con Granma, el artista desvela los detalles detrás de su obra: desde la investigación minuciosa de fotografías y textos, hasta los símbolos que entrelazan la figura del Apóstol con su legado independentista.
- ¿Qué aspectos de la vida y del legado de José Martí quisiste destacar en este retrato?
-El principal legado que quise resaltar en la obra es la entrega incondicional de Martí a la patria. Destaco su coherencia y fidelidad a sus principios hasta el final. Martí fue quien organizó la guerra, quien unió a los grandes líderes del 68, una reunión que parecía imposible, y que fue fundamental para la lucha por la independencia de Cuba.
«Como líder, Martí debía ser consecuente con lo que mismo había estimulado e ideado, y ese compromiso es el legado central que reflejo en la obra. A pesar de los reparos de Gómez para que no se expusiera en combate, él decidió sumarse a la guerra, demostrando su entrega total».
-¿Qué elementos simbólicos o metafóricos incluiste en la obra y por qué?
-La obra se enmarca dentro de los cánones de la pintura realista. Un elemento sutil, casi imperceptible, que cumple una función simbólica, es la roca ubicada en el lado derecho del cuadro. Esta roca simboliza el cimiento, el soporte sobre el cual se edificó toda la estructura de la Guerra del 95 y el proceso revolucionario.
«Martí representa ese rol fundamental, y la roca alude a su papel como base sólida en la lucha por la independencia de Cuba».
- ¿Cómo fue el proceso de investigación sobre la figura del Apóstol?
-Aunque la obra es una interpretación personal, busco que sea lo más fiel posible a los hechos y a la investigación existente sobre ese momento crucial.
«Antes de esta pieza, en 2023, realicé otra obra que hace alusión a la caída en combate de Martí en Dos Ríos. Para ello, me apoyé en el documental Dos Ríos: el enigma; en el libro La cruz de Caguairán, que presenta un estudio científico sobre su muerte, y en conversaciones con el historiador Delio Orozco, quien posee un profundo conocimiento sobre la obra del Apóstol, de manera que ya había estudiado el tema».
- ¿Qué desafíos técnicos enfrentaste al representar su imagen?
-En cuanto a la iconografía de Martí, llevo muchos años investigando sus fotografías y, dentro de mis posibilidades como creador, me he propuesto ser lo más fiel posible a su anatomía y fisionomía.
«Su rostro, cráneo y frente a diferencia de la creecia y el mito popular son de proporciones normales, solo que su calvicie resalta la frente, un elemento que estudié con mucho detalle para lograr una representación lo más cercana posible a las imágenes fotográficas.
«Asimismo, en relación con su estatura, existe el mito de que Martí era un hombre bajo, pero medía aproximadamente 1.69 metros, casi 1.70. Este dato es muy importante al momento de representarlo montado en un caballo, ya que influye en la percepción de su figura en la obra.
«El principal desafío técnico fue enfocar toda la atención en el elemento central de la obra: Martí y el caballo. Decidí enmarcar el entorno —el follaje, la hierba, los árboles— en un plano secundario, para que no compitieran visualmente con los protagonistas.
«En cuanto a la expresión facial, Martí suele mostrarse con una mirada serena y calmada. Sin embargo, para reflejar la concentración y la agudeza del momento, añadí un ligero ceño en su rostro, buscando que la expresión transmitiera esa intensidad propia de la escena de la guerra en que se encontraba.
«Un elemento curioso en el proceso fue la representación del revólver. Para ello, pedí a un oficial de policía que posara con su arma en la mano, para trabajar con una imagen lo más fiel posible. Posteriormente, simplemente sustituí esa arma por un revólver Colt calibre 45, que es el que usaba Martí».
- ¿Qué emociones buscas transmitir con la paleta de colores elegida?
-La paleta de colores que utilicé es la misma que he empleado durante muchos años, inspirada en la escuela española de finales del siglo XIX, principios del XX. Esta elección surge de manera espontánea y natural. Además, procuré que no hubiera momentos de estridencia en el uso del color, buscando que la escena fuera lo más sobria posible, en consonancia con la temática que representa.
-¿Cómo equilibraste la fidelidad histórica con tu visión artística personal?
-Para mí, ese equilibrio es sencillo de lograr, ya que soy un pintor de corte realista. Disfruto mucho siendo lo más fiel posible a los elementos históricos, cuidando detalles como la composición y la iluminación. Estos aspectos no entran en contradicción con mi visión artística, sino que se complementan, ya que en ausencia de una fotografía del momento, mi subjetividad como artista me permite interpretar con libertad, siempre respetando la esencia histórica.
-¿Cómo reflejaste su papel como símbolo de libertad y patriotismo?
La idea de representar a Martí a caballo en pleno combate fue una sugerencia de Gráfica Espiral de Bayamo, quienes manifestaron su interés en un Martí cuya figura impactase desde el primer momento a quien se detuviera frente a la obra, resaltando su carácter como símbolo de libertad y patriotismo en el contexto actual.
-¿Qué emociones o reflexiones esperas que despierte este retrato?
-Desde Manzanillo, ya he recibido algunas opiniones dentro del propio taller en el cual realizaba la obra. Muchos comentaron que el caballo da la impresión de estar en una tercera dimensión, como saliéndose del cuadro.
«Espero que quienes contemplen la pieza sientan a ese Martí vivo y real, independientemente de la magnitud de su figura, logrando así una conexión emocional profunda con la obra», concluyó.
Con una paleta sobria y una composición que prioriza la intensidad del momento histórico, Palacio Puebla busca no solo capturar la esencia física de Martí, sino también su entrega incondicional a Cuba, plasmando en el lienzo al hombre que, más allá de las palabras, dedico su vida a la causa libertaria.
La obra de Amaury Palacio trasciende lo pictórico para convertirse en un puente entre el pasado y el presente. Al retratar a Martí en plena batalla, con mirada concentrada y corcel en movimiento, el artista no solo rinde homenaje al prócer, sino que invita al espectador a sentir la vigencia de su ideal patriótico.
En el Memorial de Dos Ríos, este Martí ecuestre —con su realismo conmovedor y su carga simbólica— promete despertar emociones profundas, recordándonos que la lucha por la soberanía, como la roca en su lienzo, sigue siendo cimiento y desafío.
Así, el arte de Palacio Puebla se erige como testimonio perdurable de un hombre que, incluso en la muerte, sigue cabalgando hacia la eternidad.












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