
Boris Faingola, importador y distribuidor de libros en Uruguay, director de Aletea S.A., y expresidente de la Cámara Uruguaya del Libro y del Grupo Iberoamericano de Editores, está en la 33 Feria Internacional del Libro de La Habana. Entre otras acciones en las que participa, cuenta su charla inaugural en el Taller de Libreros que tiene lugar por estos días, en La Cabaña.
Conversar con él es una suerte de actualización en materia del libro digital, en la que, nos dice, «hay mucho de mito y algo de realidad», y en cuyos puntos de vista no hay, en modo alguno, una crítica despiadada, y menos una negación; pero sí «la certeza de que hoy el libro impreso sigue estando por encima del libro digital en el mundo entero.
«La realidad nos marca que en los grandes centros del mundo editorial –estamos pensando en países como España, que es el principal proveedor de literatura o de contenidos en español, ya no literatura solamente– el libro digital, hoy por hoy, no supera el 10 % del mercado global del mundo del libro, según datos brindados por la Federación de Gremios de Editores de España, y por gente que uno ha conocido desde el grupo Iberoamericano de Editores, nos comenta.
«Lo que no podemos dejar de lado, y no podemos olvidar, es que desde la aparición misma del libro, del que dio Gutenberg en adelante, siempre hemos sufrido amenazas y vaticinios que nos llevaban a su muerte o a su defenestración. Sin embargo, el libro ha sabido reverdecer, y ha sabido sobrevivir a todos estos embates, siempre venidos desde la tecnología modernizada, la tecnología aplicada o de todo tipo de tecnología.
Faingola ejemplifica: «Vemos que desde la aparición de la radio ya se decía que la gente iba a leer menos porque escucharía radio; luego apareció el cine, y que la gente iba a leer menos porque iba a ver cine; luego el fenómeno de la televisión y lo mismo, después el video, el dvd, y luego y luego y luego, y hoy es la inteligencia artificial».
«Entonces, la amenaza al libro impreso siempre está implícita y, sin embargo, la tendencia universal, con excepciones, nos indica todo lo contrario, el libro impreso crece en buena parte del mundo –no en todo el mundo, porque esto va de la mano de diferentes economías, de crisis económicas, regionales y demás–, pero es tendencia que crece».
En buena parte del mundo, explica, «salvo en países como Estados Unidos, Gran Bretaña o Alemania, en los que el libro digital sí ha tenido un desarrollo –de la mano, según mi modesto punto de vista, de lo snob, de la renovación y, en algunos casos, de la practicidad– no se ha desarrollado a nivel de competencia real del libro impreso».
Faingola está consciente de que puede «ir en contra de lo que la tendencia universal intenta demostrar, pero las cifras frías y concretas marcan que el libro impreso tiene una supremacía total sobre el libro digital al día de hoy», y destaca que «la tecnología digital puede complementar, pero nunca sustituir».
Por otra parte, «desconocer el avance de lo digital es vivir también en la era paleolítica y negarse a los progresos. Si estos progresos van acompasados y van de la mano de la complementación y no de la sustitución, estamos frente a una ampliación del mercado que puede hacerle muy bien, en primer lugar, y fundamentalmente, a los lectores, que es a lo que se apunta».
Pero al hablar del libro digital como factor de distorsión o como factor de reemplazo, «yo creo que ahí perdemos un poquito la vertical en cuanto a lo que el mercado consume básicamente. Y la mayor exposición de lo que considero es la muestra clara de lo que sucede en las ferias del libro. Es poco imaginable una feria del libro digital, de hecho, nunca la hubo», revalida.
Sobre lo que aprecia en La Cabaña, nos dice que «es muy real verla rebosante de gente, rebosante de lectura; de chicos, sobre todo de jóvenes, de lectores; pero también de aquellos que normalmente no se acercaban o no se acercan al libro y caen allí, en la Feria del Libro de La Habana.
«Ustedes tienen una afluencia de público muy importante aquí en su Feria», nos asegura este asiduo visitante a las más importantes ferias del libro del planeta, «pero fundamentalmente tienen una ayuda muy, pero muy generosa, de las mejores que he visto en el mundo, a nivel estatal –ya no de ayuda– sino de apoyo, a lo que tiene que ver con la lectura y con la formación, y con la educación de chicos, de jóvenes, de los no tan jóvenes, y de los muy chicos de la primera infancia, que es la que debe tonificarse con el hábito lector.
«Nunca negaremos el principio de mejora de las cosas que implica la tecnología, pero tampoco debemos dejar de reconocer que el libro impreso tiene normal supremacía por sobre toda la tecnología posible», sostiene, y exhorta:
«Pero, en realidad, lo importante es revalorizar el producto libro como tal, carente de marketing por todos lados, porque –en general– el libro es como que no aparece en los canales de comunicación. Por ejemplo, en el sur de América, y lo mismo en España, los grandes medios de comunicación rara vez publicitan un libro como tal. Puede ser un libro en particular, un autor en particular, pero no el producto libro, como tal».
Para concluir, regresa al marketing, en el cual «Cuba sí vuelve a ser un ejemplo, al acercar el libro, en cualquiera de los soportes posibles, a la gente y la gente al libro.
«Y sí a lo virtual, sí a los avances, pero no a la suplantación», concluye.










 
         
         
         
         
        

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Guillermo Así Mendez dijo:
1
22 de febrero de 2025
16:51:04
Guillermo Así Mendez dijo:
2
22 de febrero de 2025
16:53:35
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