ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
El cine es un arte al que toda persona debe tener acceso. Foto: Ricardo López Hevia

Cuando hace casi 130 años surgió el cine, eran imágenes mudas y en blanco y negro. Con el tiempo, a las proyecciones cinematográficas se les incorporó el color y el sonido, avances que aceleraron el progreso hacia el séptimo arte que tenemos hoy.

Aunque en la actualidad siguen teniendo éxito los grandes clásicos silentes, no es lo usual disfrutar de filmes contemporáneos sin imágenes, pero sí posible: esa es la realidad de las personas ciegas y con discapacidades visuales, para quienes la experiencia del cine resulta muy diferente.

Las audiodescripciones de filmes tuvieron su origen en Estados Unidos en la década de 1970, se consolidaron en los años siguientes y se popularizaron también en algunos países de Europa.

Se hizo la luz

Jorge Alberto González Frómeta, especialista del Proyecto 23, del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos  y fundador del cine club para ciegos, explica que los inicios de esta experiencia en Cuba fueron en el año 2004, cuando se presentó en el cine Charles Chaplin la primera película con audiodescripción: el filme argentino En fin, el mar.

Frómeta recuerda ese día con mucha alegría. Fue testigo de la cantidad de personas que asistieron al encuentro y del impacto que tuvo en ellos. Desde entonces, se propuso como misión proyectar de forma sistemática películas para ciegos y personas con discapacidades visuales.

Le costó mucho sacrificio; pero, con su personalidad perseverante y su vocación de servicio, logró que en el verano de 2011 se proyectara, en el cine La Rampa, la

audiodescripción de una película cubana diferente cada semana, durante los meses de julio y agosto, como una opción vacacional.

Ir al cine cada semana se volvió una fiesta para las personas ciegas y con discapacidad visual. Era la oportunidad de pasear por el Vedado, socializar y disfrutar de ese arte. Fue tanta la aceptación, que se decidió mantener esta propuesta durante todo el año, con una frecuencia mensual, y semanal durante el periodo estival.

De esta forma, nació el proyecto Tocando la luz, del cual Frómeta es fundador y director; y, a pesar de todas las dificultades económicas que enfrenta el país, ha logrado mantenerlo hasta la actualidad, y llevarlo a cines de otros municipios capitalinos, y a casi todas las provincias del país.

Una revolución para la Anci

Carlos Ramírez, uno de los fundadores de la Asociación Nacional de Ciegos (anci), quien fue durante los últimos 15 años, hasta su jubilación, jefe del departamento de Cultura, Educación y Relaciones Públicas de la Dirección Nacional de la anci, rememora cómo se percibió en la asociación el proyecto en su etapa fundacional.

«Antes de que existiera, aquí no se hacían materiales con estas características. Sin embargo, llegaban algunas cosas del extranjero, como de España y Argentina, y se distribuían entre asociados que tuvieran las posibilidades tecnológicas de escucharlas; que eran pocos, porque hace 20 años atrás no todo el mundo tenía un video en la casa.

«Los asociados sabían lo que eran las audio-descripciones; había un conocimiento de cómo funcionaban, porque en la asociación las personas siempre han estado muy bien informadas. Lo que no podíamos imaginar era que aquí, en medio de tantas dificultades, se pudiera hacer con la seriedad, la dedicación, la prontitud y la fluidez con que se hizo. Fue un acontecimiento muy impactante.

«El proyecto logra que las personas que nunca han visto se identifiquen, conozcan y aprendan a disfrutar de esta manifestación artística. Y por otro lado, que quienes antes eran cinéfilos consagrados, y por algún motivo perdieron la visión, se vuelvan a integrar. Es una forma de inclusión social en la actividad cultural de las personas».

¿En qué consiste el proceso?

Frómeta explica que las audiodescripciones se hacían en el departamento de Doblaje y Subtitulaje, más conocido como 14b, del antiguo Instituto Cubano de Radio y Televisión (icrt).

En el proceso intervienen, generalmente, el guionista; un especialista de sonido, que inserta la audiodescripción al material original; el locutor, cuya voz debe corresponderse con el género de la película, entre otros especialistas.

El guionista debe tener en cuenta dos aspectos importantes: el primero, que no todo el público asistente tiene la misma preparación, por lo que se debe usar un lenguaje accesible y de fácil comprensión. Sin embargo, también es una forma de educar a la gente, por lo que el guionista debe tener un alto nivel cultural para hacer referencias, por ejemplo, a una obra de arte que forma parte de la ambientación del set o cuya aparición tiene un significado dentro de la película. Hay que tener en cuenta, además, que se trabaja sobre la obra ya creada de un artista, de la cual se deben preservar todos los valores.

Esta difícil labor en varias ocasiones ha estado a cargo del talento de las experimentadas Ana Nora Calaza, Mariela López y Magda González Grau, por solo citar algunas.

«La audiodescripción de películas tiene que ver con el trabajo de doblaje, pero es más creativo. Hay que contarles a los que no pueden ver lo que está pasando en la pantalla. En los espacios de silencio es cuando se colocan los textos que leerá el locutor. Estos deben describir a los personajes, el lugar en el que están, entre otros aspectos de interés. No se pueden usar adjetivos grandilocuentes o frases melodramáticas», explicó Magda González Grau.

«Hay que respetar el género, el tono y la intención que tuvieron el guionista y director de la película original. No es lo mismo decir: “el personaje se echa a llorar lastimosamente”, que: “el personaje llora”», añadió.

Además de la proyección cinematográfica, se suele invitar al cine a los realizadores y actores de las películas, así como al equipo que hizo la audiodescripción.

Al respecto, Magda comentó: «Yo hice la audiodescripción de varias películas, pero recuerdo sobre todo una, Penumbras, cuyo director es mi esposo, Charlie Medina. Los dos fuimos a la proyección. Nos quedamos maravillados cuando nos dijeron que sentían que la película era en blanco y negro. Me quedé sorprendida de cómo una audiodescripción podía transmitir no solo lo que sucedía en la pantalla, sino también la atmósfera de la película, en este caso, la atmósfera visual».

Géneros y contenidos

Tocando la Luz ha llevado al sistema de audiodescripción más de 120 películas cubanas, desde las clásicas hasta las más recientes.

El catálogo también incluye animados. Entre estos se encuentran Fernanda, El negrito cimarrón, algunos episodios de Elpidio Valdés, y la serie Pubertad. Además de proyectarse en el cine para acompañar a las películas, también se han presentado en escuelas para niños y adolescentes ciegos y con discapacidad visual. 

«El audiovisual es la forma más práctica que tenemos para acercarnos a las personas con discapacidades, no solo visuales, sino también auditivas. Ya la gente no lee como antes, prefieren ver películas, especialmente los jóvenes. Eso nos lleva a realizar las transformaciones necesarias para llevar la cultura cubana a ese público específico y que muchas veces se olvida», acotó Frómeta.

Carlos Ramírez está satisfecho con el proyecto, pero desearía que se le incorporaran otros materiales como series, documentales y el policíaco Tras la huella.

Lamentablemente, debido a la compleja situación económica actual, no se han podido hacer audiodescripciones a nuevos materiales. Sin embargo, Frómeta logró que el proyecto tenga también un espacio en la televisión. Tocar la Luz se transmite los domingos, a las 11:00 a.m. por el Canal Educativo, otra posibilidad para los que no puedan asistir al cine.

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