
Nadie como un poeta para decir cosas del alma. Quien sepa de la Elegía a Jacques Roumain, escrita por su fiel amigo, nuestro Poeta Nacional, Nicolás Guillén, debe volver a ella si quiere saber de ese haitiano universal, escritor y militante en defensa de los más bellos sueños, fallecido en agosto, hace 80 años.
Con los versos que siguen inicia el sublime poema, en el que un Guillén profundamente abatido –pero también reflexivo, capaz de retrotraer las conversaciones comunes, plagadas de preocupaciones sociales– rinde homenaje al amigo que halló en Europa, y quien lo invitaría en 1942 a visitar Haití: Grave la voz tenía. / Era triste y severo. / De luna fue y de acero. Resonaba y ardía. / Envuelto en luz venía. / A mitad del sendero / sentóse y dijo: –¡Muero! / (Aún era sueño el día).
Y lo era. Tenía apenas 37 años cuando muere este intelectual iluminado, pensador y autor de Gobernadores del rocío, una de las más preclaras novelas caribeñas, en la que Manuel, personaje principal, regresa al suelo haitiano tras haber estado largo tiempo cortando caña en Cuba, para encontrarse una situación de extrema pobreza y desamparo, en medio de una azotadora sequía.
Grande fue la amistad de ambos, como grande fue la mutua admiración por sus respectivas creaciones. La poesía de Guillén fue para Roumain, entre muchos otros, el descubrimiento de la compleja racialidad cubana; para el cubano, «el caso de Haití es un ejemplo de importancia continental».
Nacido en 1907, Roumain había vivido en su infancia los tiempos en que su patria era dominada por Estados Unidos, que habían tomado, en 1915, las calles de Puerto Príncipe. Formó parte de la llamada generación de la ocupación. Por su origen burgués, había logrado estudiar en Suiza, de la que regresa con 20 años. Sus escritos (poemas y cuentos publicados en la Revue Indigène, así como artículos divulgados en periódicos) muestran su irrestricta postura contra la ocupación.
Fundador del Partido Comunista de Haití, analista de la realidad de su patria desde los preceptos marxistas, sufrió cárcel en más de una ocasión, y fue testigo de exclusiones sociales y culturales que se vivían en el entorno de la intelectualidad haitiana. Comprendió que era preciso movilizar las fuerzas de esa intelectualidad, y a ello encaminó sus energías.
Gobernadores del rocío fue inspiración de la cinematografía revolucionaria cubana, y Tomás Gutiérrez Alea la adaptó, en 1964, bajo el título de Cumbite. En 1971, el fondo editorial Casa de las Américas publicó la obra.
Al cumplirse el centenario del prominente autor, Cuba le rindió merecido tributo al «Mariátegui haitiano»; pero no hay homenaje mayor que esa elegía orgánica y crucial en la que Guillén, esperanzado, contempla a Roumain, exprimiendo esa «esponja empapada en sangre» que es Haití, «con sus dedos de sueño» y «su rabia de siglos».
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Francisco Rivero dijo:
1
19 de agosto de 2024
16:47:05
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