El arte tiene el don de embelesar. Bien lo sabe el que, absorto ante la belleza, se agita o inmoviliza. En la historia de nuestra cultura, un dúo de improvisadores poéticos provocó el espasmo y la diversión de varias generaciones de cubanos. De las actuales, depende que una maravilla, como lo fue el dúo de Justo Vega (nacido hace hoy 115 años) y Adolfo Alfonso (cuyo centenario celebramos el pasado julio en estas páginas) se conserve en la memoria, y cobre vida en estos y en los años por venir.
A ese par había que verlo. No era posible que estuvieran en televisión y se pasara de largo. Grande es la huella que dejaron estos hombres, unidos por la décima y la amistad, en el espíritu de todo un pueblo que, al preguntársele por los más célebres repentistas cubanos, incluso habiendo otros también muy grandes, dirá, sin duda, los nombres de Justo y Adolfo.
De impecable apariencia y recia voz, Justo debía ser mortificado por Adolfo, quien en la dramaturgia de la presentación lograba sacarlo de paso. Justo se defendía en una décima contestataria que provocaba la risa en su contrincante, quien iba por más bravatas para que, finalmente, Justo quedara desconcertado. Al final, el abrazo, la palmada y la sonrisa sellaban una actuación genial que dejaba en el éter la vibración de aquellas ideas perfectamente rimadas y acompañadas por sus actuadas expresiones.
Nacido en Matanzas, en San Antonio de Cabezas, Justo supo, desde una niñez bastante azarosa, que el canto sería lo suyo. Se lo dijeron un laúd y unas claves que escuchó acompañando una controversia guajira entre Eloy Romero (con quien improvisaría ya de adulto) y José Guerrero. Dicen que, al otro día, ante el espectáculo de la naturaleza, el pequeño empezó a rimar versos.
Siendo un adolescente, se fue a la capital, en la que se desempeñó en difíciles trabajos, sin abandonar jamás su pasión por la amada estrofa. Fue fundador y director del cuarteto Trovadores Cubanos, y creador del espacio La Hora de Partagás, en la coco, y encontró el aplauso también en certámenes poéticos en los que resultó premiado.
La película Páginas del diario de José Martí (1972), de José Massip, lo acogió en el papel de Máximo Gómez, con quien tenía un notable parecido.
Al triunfar la Revolución, experimentó que «los cubanos más humildes al fin fueron personas, y la dignidad entró a formar parte de nuestro léxico cotidiano».
Fue en el programa televisivo Palmas y Cañas que nació el dúo repentista con Adolfo. De la esencia de aquellas lides poéticas explicó en una ocasión: «Yo reconocí que el pueblo, con esa clase de controversia, se divertía más que con una controversia seria, lírica, filosófica. Se divertía más con la controversia en la que Adolfo usaba el chiste, la picardía, la jarana, la jocosidad. Claro, en ese momento en que nosotros estamos improvisando yo me violentaba, es verdad; porque eso es exactamente igual que una pelea de boxeo amateur, los boxeadores son amigos, son hermanos, pero los dos quieren ganar, y pelean para ganar y hacen el esfuerzo cada uno para ganar, aunque el otro sea su hermano, y así sucedía con nosotros. Nos apreciamos mucho, Adolfo y yo, pero en ese momento de la controversia los dos queríamos superar al otro».
De esas simpáticas reyertas, es esta décima hecha a cuatro manos, en la que Adolfo pregunta a Justo: ¿Qué es lo que haces en tu casa?, y Justo le responde: Friego, plancho, lavo ropa… Vuelve el primero: ¿E invitas a alguna copa / A un amigo cuando pasa? Justo le dice: Aunque la tires a guasa / Yo me la bebo a mi modo. Adolfo cerrará: Ya tú no empinas el codo / Y no sé por qué será, / Pero pienso que tú ya / Te retiraste de todo.
De un tiempo posterior, ya Justo jubilado, es esta otra, también de la autoría de ambos, y de un valor entrañable. Adolfo, que también había optado por esta condición, había regresado al trabajo, por no adaptarse a la jubilación.
(Justo) –Yo estoy jubilado, sí; / Pero retirado no, / ¿Y a ti que te sucedió? / (Adolfo) –Que me jubilé y volví, / (Justo) –¿Pero volviste sin mí? / (Adolfo) –Claro, para mi tormento / (Justo) –No sabes cuánto lo siento, / (Adolfo) –Más lo siento yo, cantor, / Que es el único dolor / Que tengo en este momento.
En una sincera definición, Adolfo dijo de Justo: El que en amor se reparte / Es por su altísima hechura / Un sol para la cultura / Y una joya para el arte. Recordarlos, escribir sus nombres, escucharlos en YouTube, en el que aparecen algunas de sus actuaciones, es regresar a un tiempo primoroso que, por cubanos, nos corresponde preservar.
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