Luego de casi dos días de viaje, el Ballet Español de Cuba (BEC), que dirige el maestro Eduardo Veitía, llegó a Shanghái, para iniciar una gira en el gigante asiático –por segunda ocasión, pues la primera fue entre noviembre de 2019 y enero de 2020, con El Fantasma–, que lo llevará por diversas ciudades y provincias de la geografía de este vasto país.
Con el espectáculo Yo soy Cuba, cuyo diseño coreográfico firma el propio Veitía, en colaboración con Eddy Veitía (padre), Yessel Ramos y Daunis Noblet, dio inicio el recorrido escénico en el elegante Teatro Gengsu de Nantong, con capacidad para 1 500 espectadores, el día 7 de junio.
Yo soy Cuba es un trabajo artístico/danzario que se inspira en la música y en la cultura en el Caribe, región de confluencias, y principalmente en la Mayor de las Antillas.
Junto a los primeros bailarines Claudia González y Daniel Martínez, el bailarín principal Eduardo Arango y el cuerpo de baile del BEC, así como los artistas invitados Yessel Ramos, primer bailarín del Conjunto Folclórico Nacional de Cuba, y Daunis Noblet y Yankro Y. Jiménez, del Ballet Rakatán, se suma en la parte sonora el grupo musical acompañante Son D’Estilo, liderado por el maestro Enrique Collazo –director musical del espectáculo–, e integrado por otros cuatro excelentes músicos y cantantes, quienes realzan la obra.
Ellos entregan un variado catálogo de sonoridad con boleros, rumba flamenca, sones, cha cha chá, rumba, columbia, guaguancó, bachata, danzones, danzonete…, que los bailarines interpretan con el fulgor, alegría y pasión de los cubanos, y una profesionalidad nata, que traspasa fronteras.
Se suman los diseños escenográficos y el videomapping, de Tamine González, y el vestuario de Maray Pereda, que nos transportan visualmente a la Isla caribeña y a su rico folclor.
Pero el acento fundamental de este espectáculo sólido, atractivo y desbordante de creatividad escénica, aparece antes de iniciar el último cuadro. Cambia el ambiente, el escenario viste el pasado, y pasean, cual recuerdos ante el espectador, signos y rumores del tiempo.
Son los «ladrillos» fundamentales donde reposa nuestra nacionalidad, que cruzan de repente en una secuencia fina y emotiva, donde nada se olvida, y cautiva, por el colorido, la música y el baile: lo cubano (Siboney), lo africano (Canto a Elegguá), lo español (Mediterráneo) y lo chino (La Habana hermosa, versión china de una habanera) como homenaje a los emigrantes. Y seguidamente El Carnaval, donde todo confluye.
Es la apoteosis. Las ovaciones. Un efecto de encantamiento que atrapa. Todo ello queda en el recuerdo para sonar… con Cuba.












COMENTAR
Responder comentario