Cada cubano tiene una versión de Juana Bacallao. A base de historias apócrifas y reales, exageradas o improbables, ingeniosas y chispeantes. Una Juana que se ha ido reinventando con el tiempo, hasta estallar como estrella rutilante a la hora de marcharse, como lo hizo el sábado 24 de febrero en La Habana, a los 98 años, en medio de rumores de una muerte anunciada.
Sea cual sea la versión de Juana, desde que adoptó como nomwbre artístico el de la guaracha compuesta por su mentor y guía inicial, el maestro Obdulio Morales, nadie podrá pasar por alto la absoluta originalidad de su desempeño, el histrionismo desbordado en sus interpretaciones y la fidelidad hacia la música cubana.
Se ha dicho que fue y es única e irrepetible, jerarquía que comparte con unos cuantos pocos elegidos en el panteón de la cultura insular. Pienso en estos momentos en Bola de Nieve y Luis Carbonell, únicos e irrepetibles, también a base de talento, estudio, consagración. Juana era otra cosa, espontánea e inclasificable, en apariencias imprevisible y caótica, pero con un sentido muy bien organizado de lo que quería y esperaba de la escena. Santísima trinidad en la que se da la mano, cada quien con estilo y proyección propios, con Celeste Mendoza y Celia Cruz.
Si una palabra encaja a plenitud en ese ejercicio suyo que fundió genio y figura en una sola pieza, es delirio. Juana fue delirante de principio a fin. Me contó el polifacético artista villaclareño, Alberto Anido, que una noche, en los años 80, convenció al inefable Samuel Feijóo para que lo acompañara al cabaret Venecia. Feijóo puso mala cara, hasta que apareció en proscenio una negra de baja estatura y raigal sentido rítmico, con sus ocurrencias. El escritor dio un brinco: «De dónde salió esta mujer. Es un güije, un relámpago. Puro delirio. Nunca había visto aquí a una criatura tan loca como yo».
Por esa época aprendí a calibrar lo que representaba Juana para el mundo del espectáculo. Mucho antes la había descubierto en el salón Guanaroca del hotel Jagua, de Cienfuegos, cuando La Caperucita se divierte salió de los predios del Capri a conquistar parte de la Isla. Los Memes, Dandy Crawford, Maggie Prior y Juana causaron furor. Juana regresó al Guanaroca en los años 80. La llevé a la redacción del diario cienfueguero 5 de Septiembre para entrevistarla. Fue una entrevista colectiva, pues ningún colega permaneció al margen. Al responder a la obligada pregunta sobre sus inicios, nos sobrecogió; la Juana de respuestas rápidas y humor trepidante, desapareció. «Yo era pobre, muy pobre, huérfana y sin recursos. Me costó muchísimo que no me vieran así, no sentirme así». Y se le humedecieron los ojos.
De entonces a acá, muchas otras capas sumó Juana a su personalidad. Pelucas y más pelucas, lentejuelas y más lentejuelas, tacones y más tacones, dicharachos y más dicharachos, decidiendo cómo hacerse sentir con el grupo Tiembla Tierra, y renuente a dejarse ver de día, pues las estrellas solo salen de noche.
En una estampa sobre la artista, el poeta Miguel Barnet escribió: «Ella rompió los moldes atávicos del racismo y sanó sus heridas con un grito de ironía cáustica que a todos nos hechizó. Ella es Juana y su espejo, Juana y su doble…».
Hay que estar de acuerdo con su biógrafo, Lázaro Caballero Aranzola: «Juana no ha sido más cubana porque no le fue posible; vivió muchas vidas, fue un complemento del sentir de Cuba».
Lamentamos mucho el fallecimiento de la querida y cubanísima Juana Bacallao. Enviamos fuerte abrazo y nuestras condolencias a su familia y amigos. #Cuba pierde hoy a una de sus artistas más carismáticas y populares. Su obra y su alegría queda entre nosotros. pic.twitter.com/vwx0V10oUK
— Miguel Díaz-Canel Bermúdez (@DiazCanelB) February 24, 2024










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Hussain Al-Hadithy dijo:
1
26 de febrero de 2024
13:31:47
Telesforo (Deutschland) dijo:
2
27 de febrero de 2024
05:26:53
Juan dijo:
3
27 de febrero de 2024
15:30:26
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