ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
El venezolano Jesús Soto, nuestra Alicia Alonso y Luigi Nono, en los días de gestación de Génesis. Foto: ARCHIVO BNC

Asociar a Luigi Nono a los conceptos de vanguardia y revolución dista de ser un lugar común. Si en el siglo XX un músico encarnó de manera consecuente y radical la necesidad de ensanchar los horizontes estéticos en función de propuestas auténticamente emancipadoras, ese fue el compositor italiano venido al mundo el 29 de enero de 1924, en Venecia. El centenario de su nacimiento debe orientar nuevas búsquedas y estimular reflexiones acerca de la vigencia de un modo de pensar y hacer la música a tono con las exigencias de nuestro tiempo.

Formado en el conservatorio de su ciudad natal, discípulo de Gian Francesco Malipiero, la resistencia popular contra el fascismo y los aires renovadores que comenzaron a soplar al término de la Segunda Guerra Mundial influyeron en su crecimiento artístico. Sobre todo después de trabar amistad con Luigi Dallapiccola, Bruno Maderna y el director orquestal Hermann Scherchen, y de frecuentar los cursos internacionales de verano en Darmstadt, en los que conoció a Edgar Varèse y Karlheinz Stockhausen.

Del dodecafonismo pasó prontamente a formas mucho más abiertas y transgresoras, sustentadas en el compromiso político que asumió en los años 50, al militar en el Partido Comunista Italiano. Experimentación sonora y militancia fueron inseparables en el ejercicio tempranamente asumido desde los días de Epitafios por Federico García Lorca (1951 -1953), La victoria de Guernica (1954), Il canto sospeso (1956) e Intolleranza 1960, estrenada en la Bienal de Venecia de 1961, en la que incorporó textos de Bertolt Brecht, Vladimiro Maiakovski, Julius Fucik y Jean Paul Sartre, y marcó un hito en la utilización de procedimientos electroacústicos.

En lo adelante, cada estreno suyo haría época: La fábrica iluminada, Recuerda lo que te han hecho en Auschwitz, Como una ola de fuerza y luz, y Al gran sol cargado de amor. Esta última acción escénica sumó conceptos e ideas enunciados por Fidel Castro y el Che Guevara.

Con la Revolución Cubana, Nono tuvo una relación muy particular. Asistió al Congreso Cultural de La Habana en 1968. En 1972 compartió en la Casa de las Américas la mesa redonda Música y liberación, junto al peruano César Bolaños, el cubano Harold Gramatges y el chileno Víctor Jara, a quien un año después, tras su asesinato a manos de las hordas pinochetistas, dedicara un emotivo obituario en las páginas del diario L’ Unitá.

El 21 de mayo de 1978 colaboró con la banda sonora de Génesis, creación coreográfica de Alicia Alonso, con diseños del artista cinético venezolano Jesús Soto, para el Ballet Nacional de Cuba.

Durante los últimos años de su vida –falleció en Venecia, el 8 de mayo de 1990–, nunca dejó de plantearse nuevos retos estéticos. Ahí está Prometeo, obra desafiante por su talante integrador. Tal como definió el musicólogo Luigi Pestalozza, el concepto espacial del sonido, con Luigi Nono implicó una revolución cuyo alcance está lejos de haberse agotado.

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