No será usted el único telespectador que esperó que Cubavisión saldara una deuda con la presentación, este verano, de En casa. Por tradición, los sábados en la noche estaban reservados a espectáculos de variedades con todos los hierros, destinados a que la pasara bien la familia.
Cierto que a veces, por desgaste, los hierros se oxidaban, pero nadie podrá borrar de la memoria de la tv Cubana espacios como Juntos a las 9 a la hora del cañonazo ni Cita con Rosita ni Sabadazo, ni a realizadores como Pedraza Ginori, Joaquín M. Condall y Julio Pulido. Hubo también proyectos fallidos –ay, esos de la década pasada de cuyos nombres no quiero acordarme–, mas lo que interesa es tomar el pulso al interés de un sector de la audiencia –pensemos no solo en La Habana y las principales ciudades del país– que los sábados permanece en los hogares para recargar baterías de la mejor manera posible.
En casa parecía venir como anillo al dedo, entre la telenovela brasileña y la tanda de películas, y no como opción esporádica, digamos los conciertos y espectáculos grabados en teatros y plazas que, de cuando en vez, ocupan el espacio.
Fijemos la atención en la más reciente entrega. ¿Talentos? Suficientes. Dos voces de primera línea: Vania Borges, que del bolero al son y de la trova a la guaracha –por cierto, especies de la música popular cubana, por lo que resultó impreciso presentar una de estas desgajada– es uno de los más sólidos exponentes; y William Borrego, quien tras su larga experiencia en el frente vocal de El Cabildo del Son, de Pancho Amat, confirma calidades en su condición de solista.
¿Repertorio? Páginas icónicas de la música cubana: Manteca en la portada; canciones que hicieron época en diferentes momentos (Candil de nieve y Flor de ausencia) y para el cierre, Ya no hace falta, una perla timbera. Dicho sea y no de paso: faltó información sobre los autores (ni tan siquiera en los créditos finales); Raúl Torres y Julio Brito de una y otra canción; olvido para Lazarito Valdés, que puso en órbita a Vania en el Bamboleo de fin de siglo; y no basta con decir que Manteca es un clásico del jazz afrocubano, si no se menciona a Chano Pozo, Dizzy Gillespie y Gil Fuller, padres de la criatura.
¿Respaldo musical? La Orquesta y el Coro de la tv Cubana, con el maestro Miguel Patterson en el podio. ¿Pincelada humorística? Eleuterio González y Oscar Bringas reviviendo sus inefables Papo y Pipe. Y si de danza se trata, el Ballet de la tv Cubana. La conducción a cargo de Gretel Romero, de probada solvencia y carisma en la programación de Cubavisión Internacional y Canal Habana, y Carlos Solar, actor de sostenido ascenso profesional.
Sin embargo, En casa no acaba de cuajar. Y no es por falta de recursos, en tanto con lo que está a la mano se puede fraguar una producción mucho más ajustada. Es como si los fragmentos se dispersaran en la escasa media hora, insuficiente para alcanzar vuelo. La sombra de 23 y m por acá, la fórmula agotada de los humoristas que caen en paracaídas en un estudio de televisión; la orquesta entre la jazz band y la formación de cuerdas, a pedacitos, sin la plenitud integradora de su ejercicio; el coro, mero fondo; tres parejas de baile atadas a convenciones, sin brillo alguno; y en la conducción, voces superpuestas y falta de desarrollo en los temas insinuados. Por si fuera poco, imágenes inexplicables: instrumentistas que cuando no tocan rezuman aburrimiento y un flaco favor al mostrar el rostro adusto del Director.
Cubavisión debe revisar y replantearse En casa, a no ser que la opción sea pasar página.












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