Hay tesoros que se encuentran en lugares inesperados. Así le ocurrió este domingo a transeúntes de la calle Línea en La Habana, quienes detuvieron su paso frente a los Jardines del Teatro Mella, cautivados por cantos de mariachis.
La Academia de Canto Mariana de Gonitch, dirigida por el maestro Hugo Oslé, realizó un concierto con grandes clásicos de la música mexicana para inaugurar su nueva peña que tendrá lugar los primeros y últimos domingos de cada mes en ese espacio de presentaciones.
Un repertorio de 23 temas, entre los que estuvieron Son de la negra, El rey y la Lupe, interpretados por una representación de la Academia, quienes fueron Gran Premio en el Concurso de la Canción Mexicana, según comentó Oslé. En el caso de Currucucú paloma, la asumió Dayris Álvarez Zumeta, quien fue, además, tercer premio en el festival San Remo.
Estos jóvenes defendieron con pasión la música de ese país, tan enraizada en el nuestro, a través de sus potentes voces y del carisma interpretativo con el que deleitaron al público.
«Me hacen recordar a mi país. Yo vivo aquí y me hacen sentir como en casa», expresó a los cantantes el secretario de cultura de la embajada de México en Cuba, Santiago Ruy Sánchez De Orellana, quien presenció el encuentro.

Para recrear una fiesta mexicana, los hombres se vistieron de mariachis y las mujeres, mulatas y coquetas como una Cecilia Valdés mexicana o «una Selena Quintanilla cubana», como se refirió a ellas el representante de la embajada, lucieron coloridos trajes y accesorios que aludían a diferentes estados de México; algunos atuendos gestionados por sus propios medios y otros confeccionados por una de las cantantes que, además de tener sensibilidad para la música, también la tiene en sus manos.
El público dentro de los Jardines y también los espectadores en la calle tararearon esas canciones con las que han romanceado tantas generaciones de enamorados, pero también cautivaron a los jóvenes presentes, reafirmando que la buena música no pasa de moda. Con gritos de Viva México y Viva Cuba culminó el concierto, en el cual, una vez más, dos países hermanos se abrazaron a través del arte.











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