En medio de una «operación limpieza» que le hace mover la escoba desde el pasado hasta el presente, la Academia de Hollywood se disculpó con Sacheen Littlefeather (Pequeña pluma), la actriz apache que, en nombre de Marlon Brando, rechazó el Oscar otorgado a este en la ceremonia de 1973.
Casi 50 años han transcurrido desde que las imágenes le dieran la vuelta al mundo en lo que constituiría el primer discurso político en la historia del Oscar, una ceremonia que, a partir de entonces, y gradualmente, se iría convirtiendo en tribuna relampagueante de sustanciales protestas.
Aunque Marlon Brando tenía contrincantes de clase, era el favorito por su desempeño en El Padrino. De ahí que, cuando Roger Moore y Liv Ullman lo anunciaron como ganador, se dejó sentir una de las mayores ovaciones de la noche, interrumpida de súbito cuando subió al escenario Sacheen Littlefeather quien, con un sutil movimiento de mano, rechazó la estatuilla que le entregaban.
Debido a su extensión, la muchacha no leyó la carta del activista Marlon Brando, en la que se explicaba su rechazo a aceptar el premio en protesta por el trato discriminatorio que, a lo largo de los años, habían recibido los nativos norteamericanos, tanto en el cine como en la televisión. Pero ella misma explicó aquellas motivaciones de la mejor manera mientras, en un auditorio claramente divido en dos bandos, se mezclaban rechiflas y aplausos y, confundidos entre cortinajes, varios guardias de seguridad trataban de contener a un enfurecido John Wayne, dispuesto a ajustar cuentas con la muchacha, como si de una de sus películas «mata indios» se tratara.
Tratando de aquietar el escenario, y con un nuevo Oscar por entregar para El Padrino, Clint Eastwood, otro histórico aniquilador de pieles rojas, se emparó en una broma que, todavía hoy, es motivo de desentrañamiento en su justa connotación: «No sé si debo presentar este premio –dijo– en nombre de todos los vaqueros filmados en todos los westerns de John Ford a lo largo de los años».
Marlon Brando no recibió trabas en el mundillo cinematográfico por su valiente actitud en aquel 1973, e incluso volvería a ser nominado al Oscar del siguiente año por El último tango en París. Pero la actriz Pequeña pluma sí. Un filme más y adiós para siempre de los escenarios fílmicos. De ahí que la Academia de Hollywood, presidida por David Rubin, medio siglo después, encuentre el momento de disculparse y le escriba una carta a la actriz en la que se expresa: «El abuso que soportaste por esa declaración fue injustificado. La carga emocional que has vivido y el daño de tu propia carrera en nuestra industria son irreparables». Y remata la misiva: «Durante demasiado tiempo no se ha reconocido el coraje que demostraste. Por ello, ofrecemos tanto nuestras más profundas disculpas como nuestra más sincera admiración».
A tono con las coloridas celebraciones de la Academia, el museo de la entidad abrirá sus puertas el próximo septiembre para que Sacheen Littlefeather (Pequeña pluma) sea la protagonista de un acto que conmemorará el aniversario 50 «de aquel momento».
La apache, hoy con 75 años de edad, ha respondido con la misma elegancia que una vez dejó apreciar ante millones de espectadores que seguían la entrega del Oscar, aunque, en esta ocasión, permitiendo apreciar un retintín irónico: «Sobre la disculpa de la Academia, nosotros somos gente muy paciente. ¡Solo han pasado 50 años! Tenemos que mantener nuestro sentido del humor en todo momento, es nuestro método de supervivencia».










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