En las listas de la BBC de las 100 mejores películas dirigidas por mujeres y las 100 mejores películas de habla no inglesa de todos los tiempos, la gran cineasta francesa Agnés Varda, fallecida en 2019 a los 90 años, aparece con seis de sus realizaciones en la primera.
En el puesto 89 está Las playas de Agnés, del 2008; en el 85, Una canta, la otra no, de 1977; en el 31 Los espigadores y la espigadora, del 2000; en el 28, La felicidad, de 1965; en el 13, Sin techo ni ley, de 1985, y en el número dos, Cleo de 5 a 7, de 1962, que alcanzó además el puesto 44 en la segunda lista, donde Varda cuenta entre las cuatro realizadoras seleccionadas.
A la gran Agnés Varda, cuando tuve el privilegio de conocerla en el 2001 en la Viennale, el Festival de Cine de Viena, donde ella fue invitada especial y ganó el Premio del certamen cinematográfico otoñal con Los espigadores y la espigadora, calificado de «Cálido, generoso y muy humano (…) muestra su filmación autorreflexiva y su constante búsqueda de materia prima, encontrando la belleza en los lugares más inesperados».

Para los cubanos Varda es muy cercana. En diciembre de 1962, llegó a La Habana, sola, sin equipo de filmación, y registró la realidad con una pequeña cámara Leica y película en blanco y negro. Tomó más de 4 000 fotografías, imágenes que juegan con la composición, los primeros planos. El mundo las pudo apreciar en el 2015, en el Centro Georges Pompidou de París, y nosotros, en el 2017, en el Museo Nacional de Bellas Artes, durante el XX Festival del Cine Francés en Cuba.
En París, la cineasta anima 1500 de ese testimonio gráfico, y le incorpora un texto leído por el conocido actor Michel Piccoli y la propia Varda. Ese nuevo material de 30 minutos se estrena en 1964. Se trata, precisamente, de Salut les Cubains, medalla de bronce en el Festival de Cine Documental de Venecia.
Agnés Varda es una leyenda. A los 24 años debutó en la gran pantalla con la película La Pointe Courte, en 1954 y ya no se apartó más del cine. Su filmografía incluye más de 40 cortometrajes, documentales y largos de ficción, entre ellos Cleo de 5 a 7, su obra maestra, combinación entre drama y suspenso, y una de las cumbres de la Nouvelle Vague.
Siempre abriendo nuevos caminos, Agnès Varda crea uno de los mejores documentales de todos los tiempos, el premiado por la Viennale, Los espigadores y la espigadora, que junto a la secuela Dos años después (2002), están considerados por la crítica pequeñas obras maestras del género y testimonios históricos.
Luego vendrían Sin techo ni ley, un clásico, ganadora del León de Oro en Venecia, y La Felicidad, una maravilla de 75 minutos, Oso de Plata en el Festival de Berlín. Hay otros dos trabajos donde en forma de mosaico ahonda en sus memorias de manera cronológica, con fotografías, vídeos, entrevistas, narraciones, los documentales: Las playas de Agnés, del 2008, premio César y Varda por Agnès, de 2019, su último material.
En 2017 había filmado Caras y lugares, un diario de viajes en forma de película. Ganador de más de una treintena de premios que incluyeron a Cannes y Toronto, está considerado uno de los mejores documentales del milenio y el testamento artístico y humanitario de Varda.
No se puede dejar de comentar acerca de Jacquot de Nantes, homenaje a Jacques Demy, director de Los paraguas de Cherburgo y Las señoritas de Rochefort, -quien fuera su esposo-, donde narra la infancia de Demy y su amor por el teatro y el cine. Luego le rindió homenaje en Las Señoritas cumplen 25 y en El universo de Jacques Demy.
Pionera en la apertura de la dirección cinematográfica a las mujeres, cuando en 2017 recibió el Premio Donostia en el Festival de San Sebastián, proclamó: «Salid de las cocinas, de vuestras casas, haceos con las herramientas para hacer películas».












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Francisco Rivero dijo:
1
26 de diciembre de 2021
02:18:01
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