A los 80 años de la obra de teatro Electra Garrigó, escrita por Virgilio Piñera, –además de a los 90 de la directora Berta Martínez y a los 60 de Palabras a los intelectuales– está dedicado el 19 Festival de Teatro de La Habana, que por estos días disfrutamos a través de las plataformas digitales y de la televisión.
Electra Garrigó constituye uno de los referentes teatrales cubanos más prestigiosos por su rompimiento, vanguardismo en la manera de concebir la realidad que Virgilio propone en una cita vernácula y farsesca.
En esa obra se desacraliza lo clásico y lo trágico. Es una crítica burlesca a la burguesía de los años 40, y su paralelismo con la divinidad griega, una «reelaboración del mito clásico», como describió el poeta Mario Bojórquez.
En 1997, cuando se funda Teatro de la Luna, bajo la dirección de Raúl Martín Ríos, la agrupación realizó su primer acercamiento a esa obra de Virgilio, con un montaje que luego se rehizo en 2000. Precisamente, entre los paneles que ocupan la programación de esta 19 fiesta de las tablas, fue emitido en dos partes por el Canal Educativo, el panel Proceso de creación: La expresión del teatro popular en Electra Garrigó, un diálogo con el director de ese grupo.
Martín explicó que siempre mantuvo el espíritu paródico y burlesco de la obra, en la que se plantea el eterno conflicto generacional de los jóvenes que vienen proponiendo un nuevo sistema de valores y el antagonismo con personas con preceptos más clásicos o convencionales que se aferran a determinada fórmula fija. «La tragedia en Electra está supeditada a lo paródico. Tomando como referente a la tragedia griega, aludiendo a personajes de la mitología», dijo.
En 2001 Teatro de la Luna obtuvo con esta pieza el Premio de actuación masculina otorgado a Dexter Cápiro, y de actuación femenina para Amarilys Núñez, en 2002.
Electra Garrigó no es más que una desacralización del ideal griego anclado a lo popular tradicional en el contexto cubano. Ochenta años no le han restado vigencia. Virgilio nos dejó con ella la alternativa a la risa mordaz y a la conciencia de la razón como centro del hombre.
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