«De casualidad» –repetía Manuel Porto en cada entrevista– fue su entrada en el arte, y después de verlo interpretar los más disímiles personajes en el teatro, el cine, la radio y la televisión, no le quedan dudas al público cubano de que no fue sino su talento lo que lo hizo trascender hasta convertirse en uno de los primeros actores de la escena nacional.
El 28 de septiembre de 1945 nació ese artista de pueblo, y justo 76 años después dijo adiós debido a complicaciones asociadas a la covid-19. Un largo camino anduvo hasta descubrir que la actuación sería su destino. Integró desde los 13 años la Asociación de Jóvenes Rebeldes (AJR), se sumó como voluntario del Servicio Militar, formó parte de la escuela tecnológica del Ejército Rebelde, matriculó estudios en Agronomía y Electricidad y recorrió La Habana vendiendo viandas en una carretilla.
Luego, desde las filas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (far), donde se forjó como artista aficionado, llegó al Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT) en 1967, para iniciar una vasta trayectoria que fue en ascenso, tras dejar cuentas de sus cualidades como intérprete.
Su paso por la televisión nacional estuvo marcado por incursiones en seriales como Cuando el agua regresa a la tierra, Algo más que soñar, Sol de batey, El tesoro del Mallorquín, y recientemente, Entrega y Vuelve a mirar, espacios que lo acercaron a la cotidianidad de nuestros hogares.
En el séptimo arte también desplegó su maestría. Basta mencionar Amor vertical, Se permuta, Caravana, Vestido de novia, José Martí, el ojo del canario, Cuba Libre o la desgarradora Esteban, producciones imprescindibles dentro del panorama de la filmografía nacional, y donde asumió roles diversos, sin caer en encasillamientos.
Manuel Porto recalcó en sus entrevistas que el arte tiene que estar en función del bien, y sobre ese precepto encaminó su quehacer en la escena. Era consciente de la importancia de la creación artística para el desarrollo económico, político y social de un pueblo; por eso, cuando el Comandante Faustino Pérez le pidió ayuda para crear un movimiento cultural que sacudiese desde las raíces la provincia de Matanzas, no lo dudó y se fue a vivir y a fundar a la Ciénaga de Zapata, aunque en la televisión cubana se le extrañase por casi dos décadas.
El Conjunto Artístico Korimakao arrancó el 13 de agosto de 1992 con Porto al frente, y desde esa fecha ha sido un tren indetenible de trabajo comunitario. Además, la institución les ofrece a los jóvenes la oportunidad de convertirse en artistas sin ser egresados de nuestras escuelas de arte.
De ese espacio de formación, donde se conjugan magistralmente las artes escénicas, la música, las artes plásticas, la literatura y los medios audiovisuales, salieron a los escenarios no pocas figuras valiosas gracias al trabajo continuo en el Korimakao, donde Porto puso el alma y sus conocimientos.
Durante sus más de 50 años de trayectoria profesional se dedicó a «ser fiel» a su compromiso con la creación artística comunitaria, «defendiendo la verdadera función social del arte», como dijese en una entrevista. Por eso, la despedida de Manuel Porto es solo un hasta luego, porque su alma queda toda en los tabloncillos del Korimakao, en los sets de la televisión cubana, en las conversaciones en la guagua, el trabajo o el barrio sobre las novelas, las series y las películas donde ha quedado grabada la valía y el talento de un artista con todas las de la ley.










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el tunero dijo:
1
29 de septiembre de 2021
10:52:20
Ana dijo:
2
29 de septiembre de 2021
15:52:24
Gabriela Porto dijo:
3
4 de octubre de 2021
17:41:21
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