En el despacho del poeta, segunda planta del edificio patrimonial que ocupa en el Vedado la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, sus palabras, huellas y acciones se renuevan en una permanente espiral ascendente, expandida desde allí a los más diversos ámbitos de la cultura y la sociedad.
Tal es la razón de ser de la Fundación Nicolás Guillén, que arriba a sus tres décadas de existencia este 10 de julio. Eligieron para su constitución la fecha de nacimiento del autor de El son entero, en Camagüey. Dos años antes había fallecido y el Estado, el Ministerio de Cultura y la Uneac alentaron la iniciativa de familiares, amigos, estudiosos de su obra e intelectuales, encaminada a perpetuar y promover el legado guilleniano y, a la vez, insertarlo, desde la sociedad civil, en las dinámicas propias del debate cultural de estos tiempos.
El primer presidente de la Fundación, el poeta Ángel Augier, fue y es uno de los más autorizados biógrafos del poeta. En 1996 ocupó ese cargo uno de los nietos del bardo, Nicolás Hernández Guillén. Quien acceda fríamente a su biografía se preguntaría cómo un matemático de rigurosa formación profesional ha lidiado desde entonces con las misiones de la institución. La respuesta va mucho más allá de la heredad de un linaje; se halla en una vocación cultural profundamente enraizada y en asumir el mandato no como imperativo, sino desde un entrañable y gozoso compromiso.
Es por ello que junto a colaboradores cercanos, como la doctora Denia García Ronda, los poetas Nancy Morejón y Norberto Codina, otro vástago de la familia guilleniana, Orlando Hernández Jiménez, la joven investigadora Ileana Núñez y Roberto Rodríguez O’ Farrill, a cargo de la logística, ha ejercido un continuo poder de convocatoria para impulsar eventos, programas y publicaciones a los que han contribuido notables intelectuales y artistas de Cuba y otros países, entre amigos y admiradores de Guillén.
«Mi abuelo –subraya Nicolasito– cultivó la amistad como una virtud basada en afinidades espirituales y principios éticos, que se revela en la obra de grandes amigos suyos que nos han acompañado, y a la que en estos años hemos dedicado acciones valorativas y promocionales como El Indio Naborí, Onelio Jorge Cardoso, José Lezama Lima, Roberto Fernández Retamar, César López, Marcelino Arozarena y el propio Augier, entre los cubanos, y el turco Nazim Hikmet, el chileno Pablo Neruda y el pintor brasileño Cándido Portinari».
Obviamente, el énfasis ha recaído en la profundización de los estudios guillenianos y de los temas afines a la producción lírica, el periodismo, el activismo social y la militancia política del poeta.
«Concedemos vital importancia al programa académico –subrayó el Presidente de la Fundación-, que comprende desde 1997 con carácter bienal, el Coloquio y Festival de Música y Poesía Nicolás Guillén, las jornadas especiales consagradas a poemarios y a conmemorar acontecimientos en los que Nicolás tuvo una participación destacada, como en el Segundo Congreso de Escritores en Defensa de la Cultura, en medio de la guerra antifascista en España.
«A la vez –precisó– nos interesa una proyección social activa. Estamos involucrados, no solo en La Habana sino en Morón y Las Tunas, por citar dos ejemplos, en programas socioculturales comunitarios. Y fiel a Guillén, a su proclamación y defensa de lo que llamó “color cubano”, es firme nuestro compromiso con la implementación del Programa Nacional contra el Racismo y la Discriminación Racial».
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