¿Cuándo fue que nos acostumbramos a oír obscenidades en una canción en el transporte público? ¿Cuándo la gente de cualquier edad aprendió a ser indiferente ante los vulgarismos más degradantes que de un tiempo a esta parte acompañan ciertas melodías?
Desde hace mucho hay temas musicales que describen una relación sexual y lo consiguen desde el lirismo, la pasión, el doble sentido, el romanticismo, incluso la picardía. Nada que ver con los términos más soeces que arremeten como vándalos contra la sensibilidad del más desenfadado, y que no pocas veces se escuchan en vehículos estatales destinados a la transportación de pasajeros, desde un dispositivo que controla el chofer.
Sin importar la hora del día se dejan sentir letras llenas de palabrotas en un rutero donde hay menores de edad, adultos, jóvenes, ancianos, mujeres, hombres… gente que no tiene por qué lidiar con la crudeza de algunos «números» que no transmite la radio ni la televisión, pero que están grabados y los difunde un transportista estatal.
El hecho no ocurre todos los días, pero se da, y por más que cantantes de esos géneros hayan criticado públicamente a quienes apuestan por esta forma de hacer música, por más que especialistas hayan abordado el asunto en toda su complejidad en los medios, el fenómeno persiste.
Cuando se habla de rescatar valores y de enaltecer la decencia, no es para pensar en ello como un asunto solo de la escuela y la familia. Todos –incluido el chofer que transporta a quienes llevan a sus hijos a la escuela (no en medio de la pandemia, se sobreentiende)– tienen una parte de responsabilidad social y ciudadana en ese empeño. Si no, ¿cuál va a ser el límite de la vulgaridad?
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fernando dijo:
1
20 de junio de 2021
12:20:25
Mercedes dijo:
2
1 de julio de 2021
20:56:42
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