ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Fotograma de Doctor Bull, un personaje que se las arregla para no perder jamás. Foto: Fotograma de la serie

Ninguno es ordinario, pero ocupan extremos encontrados. El Doctor Bull, protagonista de la serie homónima, irrita por la arrogancia, la autosuficiencia y el triunfalismo. Billy McBride, en el centro de Goliath, incomoda por el desencanto, la abulia y el derrotismo. Héroe y antihéroe, según la fórmula tradicionalmente acuñada por la industria hegemónica del espectáculo. Una serie pretende dar un giro de puro ingenio al subgénero de los dramas legales; la otra subvierte la naturaleza misma de la narrativa judicial.

Doctor Bull, como han comprobado los televidentes, se las arregla para no perder jamás. Las tramas más torcidas e improbables al final se enderezan. Los guionistas tratan de no salirse de la moralidad, aunque a veces esta sea entendida a medias. La audiencia se halla condicionada para no cuestionar tal aspecto; ni siquiera se pone en la balanza el acto de hacer justicia; lo importante es ganar el juicio, lograr la absolución del cliente y justificar el pago de los servicios. Abrumar al espectador con la parafernalia tecnológica en función del análisis de los jurados. Si algo sale mal, lo enmiendan mediante la apelación a recursos propios del sistema judicial estadounidense.

Jason Bull, el personaje, parte de un referente real, por cierto, implicado en la producción de la serie, el doctor Phil McGraw, sicólogo, con una nota descalificadora emitida por una junta profesional texana en 1989 por faltar a la ética, despegó como gurú mediático en el show de la célebre Oprah Winfrey, y montó tienda aparte con un programa de consejería, versión televisual de la literatura de autoayuda. La rentabilidad del negocio inspiró el diseño de la empresa dirigida en la serie por su sosias Bull, la Trial Analysis Corporation.

Michael Weatherly ha dicho tomarse muy en serio la personificación del analista, tanto que confesó tener como modelo al célebre actor italiano Marcello Mastroianni. La declaración solo puede ser reveladora de una mente delirante.

McBride va por caminos opuestos. Al comentar hace mes y medio en esta columna la primera temporada, señalamos cómo la productora Amazon entreveía un filón dorado en el personaje. Vista la segunda temporada, hubiéramos preferido que el tráfico de drogas no fuera mero telón de fondo y ocupara el proscenio. El romance forzado, entre el abogado y la aspirante a la alcaldía de Los Ángeles, arruinó el alcance de esos episodios.

Sin variar un ápice el perfil del protagonista (Billy Bob Thornton), es más, con una dosis reforzada de fatalismo y decadencia física, la tercera temporada resultó mucho más interesante por el trasfondo oscuro y su formulación televisual.

La colusión entre ricos terratenientes, autoridades locales y corruptos liderazgos tribales contra pequeños propietarios de tierras, afectados por la sequía en un valle californiano –esta última no muy distante de la realidad–, se levanta como un muro infranqueable ante el abogado y sus colaboradores que apenas consiguen una cuota de justicia, y da la medida de que, para decirlo en términos shakesperianos, algo huele a podrido en una parte de aquel país.

No es fácil seguir los entresijos de estos episodios. El fogueado director Lawrence Trilling –al fin encontramos a un realizador que lleva por completo el peso de la temporada– replanteó el desarrollo de la propuesta del guionista principal David E. Kelley –aquí años luz hacia delante de sus criaturas Ally McBeal y la actualmente vigente entre nosotros La ruina– a base de saltos temporales, hipérboles visuales, secuencias alucinantes y un tratamiento carnavalesco –en el mejor sentido de la palabra– de los personajes implicados.

Puede gustar o no gustar, puede atrapar o no atrapar, pero convengamos en que Goliath 3 transita por espacios fuera de lo común, habitados por un Dennis Quaid y una Amy Brenneman (los hermanos Blackwood) inmensos, y una Nina Arandia (la abogada Solis Paganian) que se supera a sí misma.

Con una bala en el pecho, McBride ve el reflejo de su rostro en el charco donde yace. ¿Se habrá cumplido la profecía de la crónica de su muerte anunciada? Nada de esto. Ya se rueda la cuarta temporada. 

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habanera dijo:

1

23 de marzo de 2021

14:20:37


Yo no sé de críticas...ni soy especialista... pero mi criterio es que menos mal que estas series existen... al menos para los que estamos de confinamiento verdadero en casa, cuidándonos, porque lo que están dando en los otros canales de la televisión cubana....ufff se debiera criticar eso también..por lo menos entretienen estas series extranjeras...no que mira el programa ese del Atracón...por dios ahí si que yo no gasto energía eléctrica...

mercedes acosta millan dijo:

2

25 de marzo de 2021

13:40:59


soy fanática a las series,mas que a las novelas,pero goliath me ha dejado en suspenso, loca por la otra temporada.otra que me gusta hasta ahora,la ruina. las otras muy bien.

Coco dijo:

3

31 de marzo de 2021

19:14:04


Tanta buenas series ganadores de premios.Y no vemos ningunas de ellas en nuestra televisión.Porque? es que está prohibido ofertar producciones de gran calidad,y seguimos con la producciones vanales,que no tienen rating ni son del agrado del público.Porque no realizan encuesta con los ciudadanos para conocer qué tipo de series le gustaría ver en la television.Nuestra programación se realiza sin importar la opinión del televidente guste y no guste se mantiene.

Rosa M. Castañeda dijo:

4

3 de julio de 2021

17:49:48


Sin dudas, Bull y Goliath son parte de una propuesta televisiva no cercana a nuestra realidad. El uno, la imagen personificada del éxito, el otro, el ya clásico perdedor que se levanta de la arena en un último aliento para seguir dando pelea....pero en comparación con otras ofertas televisivas, puedo asegurar que son propuestas entretenidas, mucho más dispuestas a centrar la atención de muchos, que necesitamos un "break" de nuestra cotidiana lucha al final de las noches. De las actuaciones, no puedo dar muchos detalles...no me especializo en artes escénicas, y si, concuerdo en que hablar de Marcelo Mastronniani aquí, es algo exagerado, pero si puedo decir que, a mi parecer, están muy equilibradas y muy en sus lugares....algo que deberían de tener en cuenta en muchas ocasiones los creadores de nuestras propias propuestas nacionales....por lo demás, sólo notar que la televisión tiene dos misiones, enseñar, pero también entretener, y darnos a los que la consumimos, un pequeño espacio para soñar....y de alguna forma, tener también nuestro pedacito de finales felices....Muchas gracias y muy buenas tardes