Fue cosa de ver a los pobladores de Santiago de Cuba fundiéndose con los participantes en el XXXIII Festival Internacional de Coros Electo Silva in Memoriam para compartir canciones por las calles de la ciudad en el último acto de esta hermosa fiesta a la que se sumaron participantes de Francia, Estados Unidos, México, Australia, República Dominicana, Sudáfrica y, por supuesto, las delegaciones de casa.
Pero también fue cosa de ver a aficionados al canto, que son muchos en la urbe oriental, llenar noche tras noche la sala Dolores para valorar las entregas de las agrupaciones en un evento que demandó enormes esfuerzos para su concreción en medio de circunstancias materiales nada favorables, por parte de las autoridades locales y las entidades implicadas, el Instituto Cubano de la Música, el Centro Nacional de Música de Concierto, la Dirección Provincial de Cultura, la Uneac, la Fundación Caguayo y el Centro Cultural Pedro Claro Meurice.
El Gobierno del Santiago puso en manos de la maestra Digna Guerra y el músico y sacerdote Jorge Catasús la Llave de la Ciudad, para honrar el alto compromiso de estas personalidades con el desarrollo del arte vocal y la permanencia del legado de Electo Silva.
Digna Guerra protagonizó una verdadera hazaña artística al liderar tres conciertos diferentes en forma y fondo con igual número de agrupaciones: D´Profundis, Entrevoces y el Coro Nacional de Cuba. Con este último levantó al auditorio de las lunetas al interpretar Tríptico, de Electo Silva con versos de Pablo Neruda, en una proyección que dio con las claves del estilo cultivado por el maestro y enriquecerlo con los aportes de los cantores que ella dirige.
En el programa de esa velada no hubo un solo momento de distracción, desde la fineza –con copas de agua frotadas para obtener notas diversas- de una obra del letón Eriks Esenvalds, Stars hasta la arrasadora versión de La guagua, de Cándido Fabré.
El relevo del canto coral está asegurado cuando se escucha al Coro de Cámara de la Escuela Nacional de Arte, que responde al gesto pedagógico de José Rolando Durán, maestro de larga experiencia, exigente trato y a la vez estimulante trato con sus discípulos.
Más allá de La Habana y Santiago, fortalezas del movimiento coral profesional, se aprecian notables desempeños a partir del liderazgo de varios directores. Uno de ellos, también de muchos años de denodado trabajo y ostensibles resultados, el maestro José Antonio Méndez, trajo consigo al Coro de Matanzas, estilísticamente aleccionador al abordar un salmo de Mendelssohn y en la comprensión de las sutilezas polifónicas de obras de Mónica O’Reilly y Roberto Valera.
El festival vivió una jornada de marcada vocación solidaria con la presencia en el teatro Heredia de la guitarrista, compositora y activista social sudafricana Sharon Katz, quien compartió la iniciativa El tren de la paz, que arrancó en los días en que en su tierra se luchaba por la erradicación del régimen racista del apartheid y la liberación de Nelson Mandela. Entre sudafricanos, mexicanos, estadounidenses y cubanos –niños y jóvenes estudiantes del Conservatorio Esteban Salas, bajo la dirección de Víctor Vargas, el Orfeón Santiago y su directora y presidenta del festival, Daria Abreu- entonaron canciones a favor d la paz y la concordia entre los seres humanos.
Y otra realmente inolvidable al filo de la medianoche del sábado con el concierto de Vocal Sampling, esa orquesta múltiple de apenas de seis integrantes que hacen magia con sus voces, impulsada por René Baños, que ha colocado a Cuba en el mapa de la música de su tipo en el mundo, desde la mayor singularidad posible, al lado de Bobby McFerrin y el recuerdo de los Swingle Singers.
Destacó asimismo la presentación del libro Músicos de la Catedral de Santiago de Cuba de los siglos XVI al XIX (Editorial Caserón, Uneac), en el Sábado del Libro, a cargo del reverendo Jorge Catasús, quien comentó la muy seria investigación llevada a cabo por un equipo encabezado por la doctora Miriam Escudero para rastrear y valorar la obra del adelantado Esteban Salas, Juan París, Cratilio Guerra, Laureano Fuentes Matons, Reinaldo Hernández y otros que sembraron las semillas de la música sacra bajo la impronta insular.










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